sábado, 10 de enero de 2015

De ansias y sosiegos.

10. Desayuno en el Ritz.



Aún en la cama, escuchando la radio y acariciando el cuello algodonoso de mi perro, pienso en los primeros pasos del día: ducha rápida, desayuno pausado, mirando las últimas novedades del facebook, quitar alguna coma a un poema, ponerla de nuevo, paseo con Haro...
Pero cuando salgo de la ducha, suena el teléfono. Es Mario, un amigo. 
-Me ha tocado una "esquinita" de la lotería,- me dice. Estoy cerca de tu casa, te invito a desayunar. Dónde quedamos?
-Vamos al Ritz.
Así, sin pensarlo. Las palabras salieron de mi boca solas, no tuve nada que ver en ello.
Y cambio de planes. Así, tan temprano.
Bajo al perro, jaleándole sin piedad. Vamos cariño, date prisa, venga, venga, venga,... vamos.
Subo, me cambio las playeras por unos tacones y me coloco, al vuelo, un sombrero y unas gotas de chanel nº 5. No es para menos. 
Bajo andando porque está visto que mi ascensor es algo supersticioso y le cuesta llegar hasta el piso trece.
Y media hora más tarde, más o menos, llegamos al Ritz

Estaba eufórico mi amigo y eso que es de los que despotricaba siempre del mundo del lujo y sus variantes. Le he dejado hablar mientras me regodeaba en el ambiente.
El caso es que hemos quedado para la semana que viene, a tomar el té de la tarde allí mismo. Y todo porque le he dicho (también sin pensarlo, que salieron solas las palabras de mi boca) que me haría ilusión tomar el té en el Ritz con la melodía de un arpa como fondo musical.

El día ha completado un círculo perfecto con una buena obra de teatro, La tortuga de Darwin, una fábula de Juan Mayorga y estupendamente interpretada por Concha Gómez, una actriz y directora de teatro muy querida en Leganés.
Durante casi dos horas estuvimos viendo, talmente, a Harriet en el escenario mostrándonos lo que, sin quererlo  ver, está a la vista.
Una lección elegantemente presentada.
Le he dado una vuelta extra a mi perro por la noche, por compensar. Y le he confiado que el próximo jueves, por la tarde, a las 5, su amita llegará al Hotel Ritz, en un coche oscuro con circulitos en el morro, a tomarse un té con arpa.

Y es que, como decía Harriet, la tortuga de Darwin, vivir es adaptarse.








2 comentarios:

  1. Vivir es adaptarse, adaptarse es vivir. ¿Seguro?

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  2. Hay algo seguro en la vida, Mari Carmen? Pero adaptarse es una buena baza. Besotes.

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