Estoy cerrando
ciclos continuamente, aunque parezca que bajo a la calle siempre con el mismo
vestido, barro los rincones de días caducados y voy dejando espacio para las
últimas bocanadas.
Tenía todos
estos poemas en la estantería, esperando su turno.
Otros tuvieron
que ir primero. Ahora, en este poemario, convive casi todo el recorrido de la
memoria.
Y cierro el
ciclo con un final que no esperaba y que he querido añadir. La muerte de mi
madre.
A partir de
aquí, ya soy otra. No puedo mirar atrás. No debo.
Vendrán otros
libros y algún poemario que, seguramente, rastreará unos parques que aún no
recuerdo.
Os dejo mi piel
en estos versos. Y mi antigua mirada.
Cuando me veáis
llevaré los pies cubiertos por otros barros.
Tatuajes de
tiempo en el dorso de las manos y un sombrero nuevo.