miércoles, 15 de febrero de 2023

Diecisiete años


Cuando yo tenía diecisiete años
no sabía que era el tiempo
de cruzar el Mississippi
en ese barco de vapor
que escondía en el pecho,
que, a golpe de jazz,
podían crecerme las ansias y las tetas,
que el mundo era ancho,
que tenía la obligación de beberme a morro
la noche,
ir sin bragas, probar la esquina,
olvidar el paraguas y caminar de espaldas
y con los ojos cerrados,
mancharme los bajos de la falda de nieve
y barro seco.
No sabía que el reloj se había parado
para esperarme,
que la mañana contenía el aliento
vigilando la dirección de mi mirada,
no sabía entonces,
cuando tenía diecisiete años,
que refugiarme en un abrazo sin palabras,
iba a enterrar, para siempre,
el incipiente futuro,
apenas germinado.


Juventud, de René Magritte
Imagen tomada de la red
Puede ser arte
Todas las reacc Juventud, de Cuadro de René Magritte

Pensamientos que no se disuelven en el tiempo

 ¿Y si me escapara por alguna esquina,

cualquier noche de éstas?

¿Y si me dejara llevar
por esa idea que me asalta
con tanta, tanta insistencia?
¿Si decidiera, por fin,
salir de la obra?
En silencio y aprovechando
cualquier lluvia.
Me da por pensar,
últimamente,
que ya he vivido lo suficiente.
Tuve una infancia de colores
suaves,
caminé por la juventud
subiendo y bajando por todos los toboganes
que me salían al paso.
Dudé una tarde y me mojé
las botas de barro y caca de perro.
Abrí puertas cerradas
y cerré otras que no debí cerrar.
No huí cuando me avisó
aquel dolor en el costado
y esa cobardía me aplastó
y me dejó sin brillo el pelo
y los ojos descreídos para siempre.
Tuve grandes placeres,
me creí mejor,
me quise poco y no saqué las botas
del fango.
Me acostumbré.
He utilizado llaves que no debía
y no grité cuando era eso
lo que me hubiera salvado.
Tengo ganas de escapar,
aunque sea tarde,
salir de la obra,
descansar tras las bambalinas.
No mirar atrás.
Correr, aunque ya no sirva
para nada.
Detener aquí la novela
ya escrita y cambiar el final
a mi antojo.
Sí, cualquier noche,
en cualquier esquina,
aprovechando que no miran,
me dejaré llevar.


martes, 14 de febrero de 2023

Décimas al contrapunto. Día de San Valentín

Para celebrar poéticamente este día de amores, paciencias y fantasías, mi amigo, el poeta José Luis Labad y yo, pergeñamos estas décimas y las recitamos el domingo pasado en nuestra sede Notting Hill Cultural de la Asociación de Escritores de Madrid. A ver si os gustan.

Yo:
El cuerpo me está pidiendo
a estas horas de la noche,
tómalo como un reproche,
y puedes seguir durmiendo.
Mientras me estoy aburriendo
por falta de novedades,
esta noche, no te enfades,
el cuerpo me pide, digo,
mientras me miro el ombligo,
decirte un par de verdades.
Él:
Pues si a ti te está pidiendo,
no consultemos al mío;
que si te pongo el pie frío,
que la cabeza está ardiendo,
que ahora tú estás leyendo.
No existe instante en el día
ver a tu madre, la arpía,
con Tele Cinco a las cinco
verla saltar, dar un brinco.
¡Menuda cruz! ¡Vaya tía!
Yo:
Punto final. Se ha acabado
el rollo y la tontería,
eres de una cofradía
que te mantiene achispado,
dependiente y amarrado.
Estás muerto y sigues vivo,
ni eres lunes ni festivo,
sigues vivo y estás muerto,
estás dormido y despierto.
Un carrusel, un cautivo.
Él:
¿Soy tan solo un muerto en vida?
¿Eso es lo que ahora piensas?
Lo que dices con ofensas,
lo que me indicas dolida,
tan solo es cosa manida.
Bien sabes lo que me quieres
que para mí todo lo eres.
Al mirarte, desfallezco,
cuando me rozas perezco
y si me besas te mueres.
Yo:
¿Al mirarme, desfalleces?,
¿Qué me muero yo al besarte?
Haz el favor de callarte,
y no digas más chocheces.
Si no fuera porque, a veces…
Él:
¿A veces qué?, vida mía…
¿No te conmueve? ¿Estás fría?
¿No me quieres en tus brazos?
¿Puedes vivir sin abrazos?
Pues yo..., yo nunca podría.



José Luis y yo, preparados para lanzarnos las décimas