miércoles, 27 de junio de 2018

Desahogo solitario.

1998-2018.

Se me cayó el pelo y la esperanza.
La sonrisa no.
La sonrisa se disfrazó de juego y de disimulo.
De no pasa nada y de qué mona estoy con esta peluca de corte retro.
Ahora, que de casi todo hace ya veinte años, me duele el pecho.
Reclama su protagonismo. Su plantón en el baile. 
Su juego inacabado. Grita.
Yo intento seguir con la burla. Con el disimulo.
Pero, ahora, que de casi todo hace ya veinte años, me pide cuentas, se subleva y enarbola la cicatriz y la rabia.
Quiere volver a la trinchera.
Y yo, acaricio su rayita de pena y de desconsuelo y le susurro, bajito, con voz de entonces, que debemos sonreír y abrir la boca, amusgar los ojos ante el viento que penetra y lamer la lluvia y las noches desnudas, que seguimos vibrando ante esos dedos que devoran, que hemos vencido y que somos las primeras en el frente.
Ahora, que de casi todo hace ya veinte años, me toco a solas y me cuento un sueño.
Y se me cayó el pelo y el tiempo se detuvo, una tarde que ya es poema, deseo abandonado y olvido.

jueves, 21 de junio de 2018

Poesía. Cierra los ojos y vuela.

   El pasado domingo 3 de junio compartimos caseta en la Feria del libro de Madrid, compartimos poemarios y bullicio de personas hambrientas de palabras. 
   Diego Ojeda, me enamoró,  todas las chicas y chicos que fueron a por la firma de sus libros y discos, ya lo estaban.
   Hablamos de sentimientos, de proyectos, de la vida y de Martinas, la suya y la mía.

https://www.youtube.com/watch?v=5vHG4y3DJs4



De su chica revolucionaria.

https://www.youtube.com/watch?v=gKyL95XwUPI&index=1&list=RDgKyL95XwUPI




De su compañera galáctica y de mis besos de nitroglicerina en el corazón.


"Me acerqué hasta la barra
y la invité a una ronda.
Hablamos de canciones,
de política, de Latinoamérica,
del insomnio que arrastraba en sus pupilas,
y el deseo fue abriendo un túnel entre nosotros.
Aquella noche, el Sena estaba dentro de su copa".

Bettina.
Diego Ojeda.

Desde aquí, le deseo suerte y volver a encontrarlo.

sábado, 16 de junio de 2018

Mi amigo Carlos Cuadrado me presenta.


Víctor, de la librería La libre de barrio y mi amigo y presentador oficial Carlos Cuadrado Gómez.

    Señoras, señores: 
    Buenas tardes. 
   Tengo el gusto de presentar este hermoso libro de Eloísa Pardo en la Libre de Barrio de Leganés. Agradezco esta oportunidad a la propia Eloísa que ha confiado en mí y a Víctor, amigo personal y representante de esta institución cultural, que nos ha hecho caso y nos ha ofrecido este lugar para hacer esta presentación. Seré parco en los datos biográficos de Eloísa: pepinera de Tomelloso; escritora de dos extraordinarios poemarios: Pronto será oro el membrillero y Besos de nitroglicerina en el corazón y monitora de creación literaria en la Universidad popular de Leganés, U.P.L. y en la Casa cultural de Castilla la Mancha. Creo que los escritores no interesan por sus vidas privadas, sino por sus libros. Pero esta opinión no es óbice para decir que Eloísa Pardo es muy interesante, y esta impresión, creo que cierta, es la que queda después de leer los trampantojos. Federico_García Lorca subtituló su obra de teatro La casa de Bernarda Alba con estas palabras: Drama de mujeres en los pueblos de España. El libro Galería de trampantojos podría subtitularse: Drama de las mujeres de España en los últimos años del franquismo y en la Transición. Eloísa se mete en las vidas de muchas amas de casa de ese tiempo —casi todos los personajes del libro son mujeres amas de casa— y saca a la luz, podríamos decir visibiliza, el drama de vivir bajo el yugo del machismo ibérico de la época, un machismo que por desgracia se reinventa a diario y todavía convive con nosotros. 
    El libro recupera del olvido colectivo a aquellas mujeres para traerlas a la memoria colectiva. Es un acto de justicia recordarlas y, aunque ya en la lejanía del tiempo, darles un poco de afecto y reconocimiento, los que no tuvieron en vida. Mujeres como las del libro viven entre nosotros. Ojalá este libro llegue a sus manos y pueda ser para alguna un manual de liberación feminista. El título tiene dos sustantivos: galería y trampantojos. El libro es una galería de relatos, en general cortos, por el que transitan muchos personajes como en una galería de pintura. El lector nunca tiene tiempo de aburrirse porque va pasando, de sobresalto en sobresalto, de unos personajes a otros. ¿Y trampantojo? Servidor ha tenido que buscar la palabreja en el DRAE, donde se dice que un trampantojo es «trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es». Aquí necesitaremos una explicación de Eloísa. Galería de trampantojos es también el título del cuento de la página 115, que es un dietario de la autora, o un personaje que se inventa la autora —de ahí tal vez lo de trampa o ilusión—, en el que abre su alma el día que cumple cincuenta años, que es la edad de don Quijote y de muchos de los presentes, una edad en la que, por lo visto, se echan cuentas de lo pasado y cálculos de lo por venir. En cualquier caso, la literatura siempre es una trampa o una ilusión, en donde se mezclan la realidad y la ficción. Y, si se hace bien, como lo hace Eloísa, el lector no sabrá o no podrá separarlas, porque realmente son inseparables. Ya nos dirá la autora. 



    Es imposible destripar un buen libro. Cuando digo destripar, quiero decir revelar el final de las historias, descubrir antes de tiempo quién es el culpable de un crimen o cuántas veces se cae no se quién por una ventana. En este libro, adelanto, hay accidentes, muertes, muertos, a veces poca piedad con los personajes y siempre comprensión con su drama. Pero Galería de trampantojos es un buen libro, así que es indestripable. El lector se encontrará con mujeres que hablan con sus maridos muertos en el cementerio o en su casa, con asesinatos que son la única puerta a la dignidad y a la libertad, con infidelidades fallidas por culpa de un resbalón en la bañera, con mujeres maltratadas y a la vez terriblemente dependientes de sus maridos maltratadores, con coleccionistas de pinzas y de “otras cosas”, con amantes imaginarios, etc., etc. Por otro lado, el lector se reirá mucho, porque el humor está presente en muchas páginas del libro, que, sin duda ninguna, es muy divertido. Ya lo comprobaréis con vuestros propios ojos. Los libros buenos nos remiten a otros libros buenos. Esta asociación se produce sin intervención de la voluntad humana. Leyendo este libro me asaltaban impresiones de la Antígona de Sófocles, la Carta a Sor Filotea y Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz, de Cinco horas con Mario de Miguel Delibes. Los libros que tocan la condición humana de forma profunda y genial forman un cosmos literario único al que remiten los libros indestripables. Cuando leía el libro me parecía que sonaba de fondo El ramito de violetas de Cecilia en una radio de pilas. Mi versión favorita es la de Manzanita, pero “con matices”. La canción no tiene desperdicio. La felicidad de la protagonista de la canción, si es que podemos decir que es feliz, es un trampantojo como una pirámide de Egipto: se basa en la ilusión de tener un amante que es delicado y la quiere, no como su marido, y resulta que todo es una trampa del marido, que, en mi opinión, es un cardo borriquero, como la mayoría de los maridos del libro de Eloísa.


    Para el final del acto, con el permiso de Eloísa, hemos preparado el Ramito de violetas mi amiga Elena y yo. Luego daremos más explicaciones. El libro de Eloísa es un ejercicio de denuncia y de compromiso con la liberación de la mujer del yugo del patriarcado. El feminismo es un movimiento de reivindicación de la justicia más elemental. Y Eloísa ha optado por la literatura como instrumento para que no caiga en el olvido la realidad terrible de muchas mujeres de entonces y, cambiando algunos elementos culturales, de ahora. Como dice Jorge Semprún, cuya literatura ha hecho más por denunciar las atrocidades de los campos de concentración nazi que todos los informes de los expertos, «creo fervientemente que la memoria real, no la memoria histórica y documental, sino la memoria viva, sólo se podrá perpetuar a través de la literatura. Porque la literatura por sí sola puede reinventar y regenerar la verdad». Eloísa, citando a Jorge Ramírez que, a su vez citó a Saramago en su discurso de recepción del Premio Cervantes, levanta piedras con su palabra y, si debajo aparecen monstruos, no es culpa suya. En conclusión, por todo lo dicho y por todo lo que callo, os recomiendo la lectura de los trampantojos de Eloísa. No saldréis defraudados.
Ella tiene ahora la palabra.


Elena, la de la voz acogedora, regaló un final perfecto a la presentación de Carlos.


Elena y Carlos, rematando la tarde con canciones nuestras, de toda la vida, como los amigos de verdad.

Leganés, 14 de mayo de 2018

Desde aquí, las gracias a todos los que hicieron posible una tarde exclusiva y cálida y, en especial, a Carlos Cuadrado, maestro de primaria, doctor en filología española, bon vivant, escritor y amigo. 

domingo, 10 de junio de 2018

De noche oigo en mi cuerpo la carcoma.





No te creas que vas a ser
siempre  joven
y valiente.
Llegará la noche y el invierno
y te comerá la boca
y hará un nido estúpido
en tu cintura.
Tu lengua tendrá, por las tardes,
un sabor a cieno
y a derrota.
De tus manos brotarán tatuajes
que tú no has elegido.
Habrá días, quizá meses,
que no recordarás los aullidos
de placer que te procuraba
el sexo.
Y tendrás miedo a desaparecer en agosto,
o morirte cualquier noche vacía.

Te mirarás al espejo
buscando aquella imagen  soberbia
de las tardes de pálpito y éxtasis.
Con los ojos amusgados buscarás,
terca, los recuerdos del deseo.
El oído atento a los murmullos de tus ingles,
al escalofrío de la nuca,
a la piel erizada de los brazos,
a la urgencia,
al impulso desbocado y ciego.

Odiarás la resignación de tus pechos
y la falta de jugo en tus labios.
No te duermas,
no dejes que se escurra entre los dedos
tanta magia.
No te creas que vas a ser
siempre joven.
Sé valiente y corre.
Deja que la lluvia te empape,
abandona el paraguas en la primera esquina
que te encuentres,
mójate, respira, 
llora
por el pelo mojado y la ropa pegada
al cuerpo que tiembla.
Tiembla,
tiembla
bajo la vida,
deja que te busque y te encuentre.
Mira que te lo digo
con rabia apenas contenida
y con una nostalgia
de deseos que no tuve.

Tapa el espejo con el sombrero y la blusa
y con el desorden de las horas
corre en busca del delirio.
Dale un bocado a la brida de los lunes
y sumérgete en la ola.
Ahógate si es preciso,
pero cabalga sobre ella.
Con la sonrisa como mascarón,
con  las piernas firmes
y la obstinada obsesión
de  quemar las naves,
cabalga, 
cabalga, 
cabalga,

             corre.




*Pintura de Yolanda Dorda
* El título es un verso de Federico Gallego Ripoll

lunes, 4 de junio de 2018

Presentación novela El reflejo infinito, de Carlos Arroyo Cobos.




   Mi amigo Carlos Arroyo me propuso presentar su última novela El reflejo infinito, y tengo que decir, antes de nada, que ha sido un auténtico placer.
  A mi amigo Carlos le conocí en la radio, pero luego, haciendo memoria, recordé que ya coincidí con él en el año 2010 en una entrega de premios y, además, compartiendo libro: en La mujer no es un cuento, libro contenedor de historias por la igualdad, se esconden unos relatos que nos fueron premiados en su día. El suyo, La colegiala, el mío In memorian y allí dentro, su Laura y mi mujer infeliz, puede que estén urdiendo un reflejo infinito. Al volver a leer su relato he comprobado que Carlos ya tenía en su cabeza el germen de esta novela.
  Mundos distópicos y metaliterarios por los que navega su mente calenturienta y quijotesca.
  Ya me divertí con las historias de aquella panda de amigos, de su anterior novela El adolescente que lloraba con las películas de kárate, un libro que huele a césped y cáscaras de pipas, a cloro, a charlas de medianoche y a tardes de siesta pergeñando futuros, juegos de escritor que está plantando los pies con fuerza y decisión en la carrera que quiere emprender. A Carlos ya no hay quien le pare, se atreve, se cree, y eso es lo primero que tiene que tener quien quiere gobernar una ínsula.

…”cada vez que me he sorprendido con la mirada perdida en el atardecer que se asoma a mi ventana, con el cristalino empañado o con gotitas de nostalgia derramadas involuntariamente ante el paisaje y la baja moral que domina en la sociedad en la que vivo, busco una válvula de escape para no reventar completamente en el momento menos conveniente y tirar de los bigotes a los viandantes; entonces comprendo que es la hora de escribir un relato. Así se crean todas mis historias, como mi alternativa a la camisa de fuerza y al prozac”, esto lo declara Carlos, y lucha, como Octavio, su protagonista, por vencer la mediocridad y el olor del tedio.

   En El reflejo infinito, la oscuridad y la humedad se convierten en lujo sólo cruzando el umbral, nos lleva de la mano y nos sumerge en un mundo que, a priori, no queremos, pero nos obliga, nos mete en los intestinos de un perro, nos confunde en una metaficción que nos impide escapar, que ya no queremos, nos hipnotiza con los olores de un tiempo remoto, oímos el agua que corre entre las paredes de mazmorras inmundas, se nos clava en la pupila el chillido de la rata, nos sobrecoge el susurro de las ropas sobre el suelo húmedo y la bala de los atracadores nos roza la oreja. El café templado se nos queda en los rincones de la boca. La mano, abarcando el contorno del vaso.
   Carlos se ha ido de copas con Augusto Pérez, el protagonista de la novela de Unamuno, Niebla; con Ignatius J. Really, el simpático muchacho de La_conjura_de_los_necios y la música del día de la marmota, también se cuela, de refilón, entre las hojas del libro.
   Al leer la novela, fruncimos el ceño con frecuencia, nos atrapa y nos hace dudar, nos obliga a hacernos preguntas incómodas, no nos deja salir.
   Me ha gustado mucho el desarrollo narrativo de la novela, su diégesis, su ruta de laberinto, el recuerdo tierno hacia alguien que ama, Andrea o su abuela, que nunca llegó a verle multiplicar, que hace a nuestro héroe aún más creíble y entrañable, como si eso fuera necesario.

   Como dije al principio, leer El reflejo infinito ha sido un placer, lo he disfrutado y creo firmemente que Octavio-Carlos, ha conseguido, aunque él no lo crea, enamorar a la cajera del banco.


  Carlos, amigo, escritor, locutor, compañero, padre y otros títulos de gran alcurnia, sigue caminando, mire vuesa merced, que aquello que allí se parecen nos son molinos, sino gigantes.
  Como tú.

  Ahora, nos gustaría preguntarte por la génesis de la novela, cuándo te sientas a fabular, qué hora es la que prefieres, tus proyectos inmediatos, qué título tienes, en este momento, que ofrecerle a tu vida.

“Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela…”

 Muchas gracias por tu invitación a compartir sueños.
Todo está bajo control.
Y suerte.



Primer día del mes de junio de 2018
En el centro cívico José Saramago
Parece que la primavera se va centrando.