martes, 6 de enero de 2015

De ansias y sosiegos. Dia 6

6. Han venido los Reyes Magos.

Siguiendo con el desasosiego que, parece ser, ha anidado con saña en medio del pecho, esta mañana, temprano, las ansias jaleaban de nuevo mi ánimo. Calzadas las zapatillas de huir, me lanzo a la calle. Esta vez con mi perro.
Hemos dado una vuelta corta pero acelerada por los contornos de los bloques quietos.
Cuando volvíamos, ya se escuchaban algunos gritos de júbilo de los niños ante los regalos dejados por sus Majestades. Qué ternura.
Cuando hemos llegado, algo perjudicados mi perro y yo tras subir andando los trece pisos, mi gente aún dormía. Después de una ducha rápida y silenciosa, he tocado diana.
Son momentos que, en mi casa, se viven con creciente ilusión.
Este año hemos celebrado dos acontecimientos únicos y esperados.
Los contaré más despacio.

16.30 p.m.

Tras el tumulto viene la calma.
Ahora estoy sola.
Y me regalo una copita de un licor de hierbas elaborado por mi amigo el poeta Primitivo Oliva.
Sonando, muy bajito, Adiós Nonino de  Astor Piazzolla.
En la fiesta que hicimos en navidades en mis clases de todo, en la sede cultural de Castilla- La Mancha, Primitivo vino a compartir con nosotros, y llegó, como un rey mago, cargado con tres botellas de licores artesanos. 
Un viernes poético con Mari Carmen y Primitivo a mi derecha y Manuel y Gandhi a mi izquierda.

A mi me ofreció otra y su último poemario, Las sombras del camino. Creo que es el quinto.
Lo presentaré en la sede cuando tenga un hueco en su apretada agenda. Es un poeta muy querido allí. Es un hombre afable, detallista, calmado y amante de las palabras, un pescador de sueños.
Tiene su cuartel general en Móstoles donde mi amiga Mari Carmen y yo hemos ido a recitar un par de veces y donde, además de poesía, se respira cariño y una cálida hospitalidad.


Las sombras del camino. Primitivo Oliva Fernández.

Se va difuminando la tarde y, con ella, la última feria de este maremágnum de festejos y celebraciones.
Todo tiene su fin.
Seguiremos caminando, corriendo a veces. Como en un maratón perpetuo. 
Con el testigo en la mano.
Negándonos a que nos lo quiten o a entregarlo.
Aunque la fatiga nos haga jadear a ratos.
Aunque, a la vuelta de cualquier esquina, nos falte el aire.

4 comentarios:

  1. Tu sigue escribiendo amiga, no entregues el testigo, te veo en tu encuentro poético de los viernes.

    Un beso.

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  2. Pues allí nos veremos, repartiendo versos entre los diez mil invitados. Abrazotes.

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  3. Aunque nos falte el aire, aunque nos falte el tiempo, aunque nos falten las ganas, aunque nos falten las ansías, aunque nos falten... Seguiremos.

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  4. Voy a intentar hacerte caso. Lo iremos viendo todos. Un abrazo sin falta.

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