miércoles, 20 de enero de 2021

La sin sombrero

 


     Hoy me he quitado el sombrero. Me he pintado los ojos y me he colocado unos pendientes que bailen sobre los hombros. Y un pañuelo que me arrope la garganta, para impedir la queja.

     Voy a escribir todo el día. Estoy con Cerrado por amor. La historia de Manuela. Una historia hermosa que se volverá verdadera a medida que la cuente. 

    Luego saldré con Chewie a abrazar el último árbol de la avenida. A respirar las ansias, a sosegar las nostalgias.

      Pura vida.

viernes, 15 de enero de 2021

Cerrado por amor

 "Me llamo Manuela, tengo cincuenta y cinco años, estoy separada y no tengo hijos.

Trabajo desde hace once años en esta portería de la calle Jorge Juan, de Madrid. Desde que me dejó mi marido.
Fue justo el día de mi cumpleaños, el 20 de abril. Soy Aries. Pero no miro jamás la página del horóscopo.
Vivo con mi gato Barrigas y mi tortuga Frida. Leo de forma compulsiva y escribo la vida.
Por eso y porque me aprecia, Fede, mi librero, me ha regalado esta mañana, cuando me ha visto regando la acera, un cuaderno precioso, bien gordito, de páginas en blanco, sin líneas ni cuadrículas, como a mí me gusta. Tiene las tapas de color malva y dos cintas separadoras, una de color rosa fuerte y otra azul turquesa.
–Para que escribas poemas– me dice y me alarga también un bolígrafo de tinta verde.
Sabe que, siempre que puedo, escribo con ese color.
Como Neruda".



(Después de dejar pasar un par de días de reposo, para despojarme de las historias y de los personajes de mi novela El ruido del silencio, ya terminada y esperando padrino, comienzo con otra: Cerrado por amor, y será Manuela con la que camine los próximos meses. A ver si congeniamos).

domingo, 3 de enero de 2021

Notas de un amigo tras leer mi poemario. ¿Estaré confundida?



Estimada Eloísa, he leído tu poemario que lleva por título Los pecios del naufragio, lo he leído con todo el respeto y afecto que te mereces. El poemario está muy bien escrito, impecable. Tiene momentos de gran belleza expresiva; bellos, aunque tristes, tremendamente tristes. ¿Por qué la belleza tiene que ser triste? Personalmente pienso que eso no es así, que no debería ser así. La belleza debería ir cogida de la mano de la alegría. Pero, a veces, la tragedia se nos impone.

     No sé hasta que punto el yo poético de tus poemas se identifica con el yo del autor de los mismos, es decir, tú, Eloísa. No termino de creérmelo. No puedo creerme que tú, Eloísa, seas los pecios de un naufragio. A lo mejor son los versos, cada uno de estos versos, uno y otro de estos poemas, y no la Eloísa que yo conozco tal como se muestra ante el mundo, ante los demás. Algo así como una pandemia sin vacuna, sin una luz al final de túnel.

“Esta forma de no detenerme,

esta manera de vagabundeo,

esta realidad

de niebla,

esta noche que no amanece”.

     Los sentimientos tienen su origen en las emociones que nos provocan las experiencias de la vida. Por otras cosas que he leído tuyas, tu vida no es tan desoladora sino más bien todo lo contrario. Tu vida, me atrevo a pensar, es una vida buena, con gente a tu alrededor que te quiere y te han querido. ¿Por qué no dejas que los sentimientos que han ido dejando su poso en ti salgan a la superficie, se expresen en esos estupendos poemas que eres capaz de escribir?

     En realidad, no debes hacerme mucho caso, puedes escribir lo que quieras y expresar lo que te venga en gana. A mí me gustaría que escribieras lo mismo, pero poniéndole buena cara a la vida, la sinceridad no solo sirve para decir lo que duele, también todo aquello que nos hace feliz y nos da alegría, aunque siempre, esto último, sea tan efímero.

     Y es que en estos poemas giras una y otra vez sobre ti misma, es decir, sobre el yo poético de los mismos. Dan la sensación de estar encerrado en su propia jaula. Una jaula que por cierto no tiene ni puertas ni rejas.

     Gracias Eloísa por tus poemas, sigue escribiendo.

     Modesto.

(Querido amigo, muchas gracias por tus palabras. Como digo en el pequeño prólogo, mi siguiente poemario, si es que los dioses tienen a bien regalarme los primeros versos, clamarán al cielo por otros horizontes, ya los últimos, los más jugosos y certeros. También los más inseguros. Dibujarán una vida diferente, la que me ha provocado la escritura, las palabras y su música incesante, la pasión por el descubrimiento y por el olor de la tinta).