jueves, 18 de junio de 2015

De ansias y sosiegos. Una tarde en el centro.

169. Intercambio de enseñanzas.





Toñy Gaitán y yo. Comenzando la tarde.


     Quedamos para contarnos.
     En una cafetería del centro de Leganés. 
  Ella venía con su sonrisa perpetua y con la delicadeza que la caracteriza. Guapa.
   Yo iba desnuda, con un abanico de biografia y con la certeza de cosechar una tarde especial para mi colección.  
   Ella es Toñy Gaitán, amiga y tallerista de mi escuela de escritura.       Totalmente fascinada y ebria de las palabras, escribe a todas horas, con luna o sin ella, al lado del mar o entre piedras volcánicas y desiertos.
   Me enseñó un poema que había preparado para confeccionar un centón, o pergeñar un acróstico o inventarse un nuevo modelo de soneto, para cocinar otros versos, o para elaborar una ensalada de sensaciones. Que de eso ella sabe mucho.
     Mirad y leed despacio:


Voy a escribir un poema en la palma de mi mano,
lo sellaré con el brillo de tus ojos,
lo graparé con la sonrisa de tus labios,
le orlaré con los latidos de tu corazón.
Estará salpicado de palabras, sujetadas 
con los anhelos de tus sueños.
Cada dedo será el guardián de tu mirada.
Aprisionaré tu aliento, tu voz,
pero te dejaré respirar.
Cerraré cada noche mi puño,
para que puedas dormir.
Al amanecer, abriré con fuerza mi mano
y te echaré a volar.



    Luego, con otra ronda de cervezas, me regaló.
  Muchas cosas, demasiadas, preciosas. Pero hubo un regalo que la retrató. A ella, que tan transparente y brillante es.
   Le agradezco todos. Áquel en especial.
   Y dejo aquí esta entrada de jueves, que tiene ya el color de día feriado.
   Le doy las gracias.
   Tienes, Toñy, mi amistad en la palma de mi mano
   Siempre.

   Y nos acompañamos al autobús  mientras  las cigüeñas, desde la torre de la Iglesia del Salvador,  nos observaban.

3 comentarios:

  1. Yo quedé con una mujer elegante, segura de sí misma, que escuchaba como una quinceañera y asentía a cada frase como si de una reprimenda se tratara. Eres una bruja por contar lo que no debes. Un millón de gracias. Mis manos siempre están abiertas. Un abrazo.

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    1. Ah, pero no era una reprimenda? Y si, claro que escucho como una quinceañera. Tengo tanto que aprender! Mil besos.

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  2. Continúas siendo bruja, pero mi mi bruja preferida. Fue para grabarlo y yo lo hice. Volar, volar. Un abrazo.

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