miércoles, 17 de junio de 2015

De ansias y sosiegos. "Te esperamos con los libros abiertos".

168. Tarde redonda en la Feria del Libro.


   Y la última.
   Mi amiga y yo nos citamos en Atocha.
   Es el último día,-comentamos-, y como no sea hoy.
   Las fiestas de fin de curso, la entrega de diplomas, recitales de poesía, acelerar el trabajo pendiente y horas consumidas en lecturas varias, me impidieron disfrutar más tardes de la Feria.
   Pero una vez allí, en el precioso parque del Retiro y sumergidas de lleno en la vorágine, mi amiga Mari Carmen y yo la disfrutamos entera.
    Del principio al final.


Esperando el gozo de charlar con Andrés Trapiello.

   Mi amigo, el poeta Óscar Aguado, fantástico y eternamente joven; un poema en sí mismo, el negro que escribió la Biblia; arco iris, héroe, extranjero, canalla y barro; agua limpia y copa de vino, elefante rosa y palabra, descansaba a un lado del recorrido.
   Me alegró verle después de tanto tiempo. Allí estaba, en su salsa y allí le dejé, con su mochila repleta de versos y de futuros. Suerte poeta.
    
    Visitamos, cómo no, la caseta 46, la de Punto Y Coma Librería, de mi amigo y librero Fernando.  Nos recibió alegre, con su mujer y su hija, pletóricos por la actividad que se desarrollaba a su alrededor. Poetas, público, firmas, poesía,- me dijo-, mucha poesía. Fernando es de esos libreros que viven los libros, un degustador nato de historias, un trabajador del papel, un lujo para los que visitan su librería en el centro de Leganés.


Mi amiga y yo con Basilio Rodríguez Cañada, presidente del Grupo editorial Sial Pigmalión.   http://editorenvilo.blogspot.com.es/  Entrañable, accesible  y cariñoso, como siempre.



Con Julio Llamazares, haciendo malabares para salir en la foto y con el importe de la compra en la mano. Fallos estéticos que se cuelan a veces.


    Y nos detuvimos, cómo no, con Julio Llamazares, señor de las letras, al que tuve el honor de presentar en un Libro-Fórum en el año 2011 con su novela Luna de lobos
     Lo recordaba. Charlamos.

Su dedicatoria. Elegante y afectuosa. Como él.



   Y, cuando dejamos la última caseta a nuestra espalda, la tarde se derrumbó en lágrimas de despedida.
    Mi amiga y yo salimos de la Feria y del Parque hermoso con paso ligero. En una cafetería conocida de Atocha nos tomamos unas cervecillas y unos pinchos, para darle un toque de realidad a la tarde noche.
    Nos despedimos. 
    A mi, cuando llegaba a casa, en la calle, me esperaban Diego y Haro, con un paraguas y movimiento alegre del rabillo. 
    Respectivamente.
   
    Y había dejado de llover.

2 comentarios:

  1. Que bien, disfrutando de libros, y..de los libreros. No puedo quejarme, ayer tuve un regalo de una amiga librera, que es tan real, tan bonito, que me lo colocaré en un lugar visible. ¿Sabes? dice, que si me pierdo solo con leerlo será fácil encontrarme. Perdona he acaparado el comentario. Un fuerte abrazo. Mañana será solo para TÍ.

    ResponderEliminar
  2. Puedes acaparar todo el espacio que quieras. Porque tú lo vales. Un besote.

    ResponderEliminar