lunes, 8 de junio de 2015

De ansias y sosiegos. Cármina burana.

 160. Fortuna, emperatriz del mundo.


   Esta mañana, en la ducha, en el paseo con Haro, subiendo los trece pisos, con el segundo café, colocando los libros del estudio, no he dejado de tararear esta canción.


   Me he levantando con ella y así sigo.



    He tenido que oírla entera. Un placer. Ahora esta maravilla revolotea por todos los rincones de mi casa.

    Gozo.



Oh Fortuna, 
variable como la Luna 
como ella creces sin cesar 
o desapareces. 
¡Vida detestable! 
Un día, jugando, 
entristeces a los débiles sentidos, 
para llenarles de satisfacción 
al día siguiente. 
La pobreza y el poder 
se derriten como el hielo. 
ante tu presencia. 





   En estos poemas se hace gala del gozo por vivir y del interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, y, con su crítica satírica a los estamentos sociales y eclesiásticos, nos dan una visión contrapuesta a la que se desarrolló en los siglos XVIII y segunda parte del XIX, acerca de la Edad Media como una «época oscura».
    En los Cármina burana se satirizan y critican todas las clases sociales en general, especialmente a las personas que ostentaban el poder en la corona y, sobre todo, en el clero. Las composiciones más características son las Kontrafakturen que imitan con su ritmo las letanías del antiguo Evangelio para satirizar la decadencia de la curia romana, o para construir elogios al amor, al juego o, sobre todo, al vino, en la tradición de los carmina potoria. Por otra parte, narran hechos de las cruzadas, así como el rapto de doncellas por caballeros.
La colección, de cantos gordianos, se encuentra dividida en 6 partes:
  • Cármina eclesiástica (canciones sobre temas religiosos).
  • Cármina moralia et satirica (cantos morales y satíricos).
  • Cármina amatoria (canciones de amor).
  • Cármina potoria (contiene obras sobre la bebida, y también parodias).
  • Ludi (representaciones religiosas).
  • Supplementum (versiones de todas las anteriores, con algunas variaciones).




Piso el ancho camino de la juventud sin freno, 

a los vicios me abrazo y de la virtud me olvido; 

ávido de gozar más que de la salvación, 

muero en el alma por cuidar la piel que me cubre. 


Os deseo, amigos,  un martes de juventud sin freno.
Intentadlo al menos.

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