domingo, 14 de junio de 2015

De ansias y sosiegos. Mi amiga de Villanueva de los Infantes.

165. Para Luisa Lorenzo. Luisi para los amigos.


    Hoy estaba previsto colgar en la cuerda de las historias, de esta vuestra casa, un relato sin final. De ésos que os gustan. Lo sé, porque me habéis pedido que "cuelgue" más.
      Será mañana.
     Porque hoy, cuando me disponía a hacerlo, después de mi paseo con Haro, de leer la prensa en un banco de la avenida y de subir los trece pisos, despacio, muy despacio, porque veníamos bastante perjudicados; cuando me disponía a contaros mi historia con final abierto, digo, he visto una entrada en facebook de mi amiga Luisa.
    Y he cambiado de idea. Oye, que es mi casa, y me puedo permitir ese lujo.
    No le he pedido permiso a mi amiga infanteña, pero no creo que haya ningún problema.

Copio el texto tal cual ella lo ha escrito. 
Mirad:


"Esto era una vez una señora que su sueño era tener una niña. El primero que llegó a casa fue un chico y pasado un tiempo, por fin llegó su niña. 

Gordita y de ojos enormes. La abuela era la encargada de ponerle nombre y dijo dos para que la mamá decidiese: Felipa como ella o Luisa como la bisabuela;  la mamá eligió Luisa, pero como era tan chiquita la empezaron a llamar Luisi.

La niña crecía feliz, era la consentida de su madre, pero un día cuando tenía cuatro años empezó a ponerse muy enferma, los doctores del pueblo no sabían porqué no podía respirar, dejó de ir al colegio, no podía saltar, ni jugar con los niños. Su madre, le cantaba canciones, le cosía muñecas de trapo y jugaban a peluqueras.

Un día llegó un doctor nuevo al pueblo y a la niña se la llevaron a Madrid para poder curarla, pasaba muchos meses sola en el hospital y así durante muchos años de su vida. Luisi sabía que su mamá tenía que quedarse en casa. Las palabras de su madre cada día la hacían más y más fuerte.

Un dia su mamá se marchó y ella se quedó muy muy triste, recordó que nunca había que rendirse y se levantó de la cama, puso una sonrisa y se hizo muy fuerte. No había obstáculo que se le resistiera.

Un día llegó un príncipe que le ofreció todos sus tesoros y le pidió caminar juntos.

Y colorín, colorado, este cuento continúa, unos días preciosos, otros con altibajos, pero siempre sin dejar de sonreír. 

Señores que malo es madrugar en domingo, ea, todo sea por acompañar a Don Quijote, un valiente del que hay mucho que aprender". 








    Precioso, verdad?

   Este verano, en la plaza magnífica de Villanueva de los Infantes, me tomaré con ella unas cervecillas  y charlaremos, como aquella tarde que tuve la suerte de conocerla personalmente. Por facebook ya teníamos breves encuentros. 
   Luisa llegó, vio y venció.
   Me hablaba y yo solo podía escuchar y mirar sus ojos.
   Cuando se fue, escribí unas notas en mi cuaderno de vida.
Esto:

"Tarde agradecida.
He firmado un contrato de amistad con una mujer increíble. Embelesada con su historia, me olvidé de traerme una foto para enriquecer mi álbum de los instantes mágicos.
Otra vez será.
Pronto.
Ahora ya es noche y, en la plaza desierta, se escuchan campanas cadenciosas y el eco furtivo de unas risas.
Gracias Luisa Lorenzo.
En Villanueva de los Infantes, un 20 de Agosto de 2014".

Pues eso, gracias Luisi. 
Sigue de esa manera. Así.
Es un regalo que nos haces.
Feliz domingo.

2 comentarios:

  1. Sin palabras...
    ¿Qué decir más?
    Quizás esto:
    LAS LINEAS DE MI MANO
    al nacer destino dibujado,
    para comprobar su certeza y comprender el significado de mis líneas, debo esperar a morir,
    y que otra vida curiosa verifique si era cierto el dibujo destinado

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  2. Amigo calatravo, ese poemario aún no lo tengo. Me lo vas a regalar también? Tengo Pensamientos lineales, lo sé. Agradecida. Te quiero.

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