lunes, 13 de abril de 2015

De ansias y sosiegos. Microrrelato.

103. Regalo de amigas.




Imagen tomada de la red.

Ya llevaba tiempo oyendo los rumores.
El pueblo, ya se sabe.
Un martes me la encontré de frente, en una esquina de la plaza. A la salida del mercado, con dos vecinas.
Me disparó los ojos, los brazos en jarras y el mentón alzado al desafío.
Yo bajé la mirada al suelo.
Antes de enfilar mi calle, las oí reírse de mi derrota, de mi pulcro silencio.
Tardé más de un mes en convencer a mi marido de que quería separarme.
Me mantuve firme. Sin gritos, ni aspavientos. Sin reproches.
Él se resistía. No veía por qué. Ocurre a menudo.
Hoy me la he encontrado en el paseo, al final de la Cruz del Paso.
Han pasado seis meses desde el cambio.
Se fueron a vivir juntos.
Llevaba, esta mañana, fíjate qué casualidad, el mismo vestido de flores que aquel día de risas y desafíos, pero el pecho se le asomaba más tímido, la mirada más cobarde y la boca no albergaba rastro de dichas.
Cuando llegué a su altura, yo mantuve mis ojos despejados, ella los dirigió al empedrado de la acera.
Le regalé lo que me andaba regateando.
Para eso estamos las amigas.


Comenzamos esta semana medianera del mes de Abril.
Un beso amigas. 

2 comentarios:

  1. Con los ojos despejados, hay que aprender a despojarse del intruso que molesta a nuestra vida. Y si hay que regalarlo. Se regala. Continúa, sin peros. Hasta mañana.

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    1. Hasta mañana, pero, ya sabes, con el "corazón, la encina, la zanahoria y el lubricán". A pergeñar nuevas historias. Un abrazo con los ojos despejados.

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