lunes, 6 de abril de 2015

De ansias y sosiegos. Cuenta Osho...

96. Lunes de cuento.


   "En tiempos de Buda, murió el único hijo de una mujer llamada Kisagotami.
      Incapaz de soportar siquiera la idea de no volver a verlo, la mujer dejó el cadáver de su hijo en su cama y, durante muchos días, lloró y lloró implorando a los dioses que le permitieran morir a su vez.
    Como no encontraba consuelo, empezó a correr de una persona a otra en busca de una medicina que la ayudara a seguir viviendo sin su hijo o, de lo contrario, a morir como él.
     Le dijeron que Buda la tenía.

Imagen tomada de la red.

     Kisagotami fue a ver a Buda, le rindió homenaje y preguntó :
    -¿Puedes prepararme una medicina que me sane este dolor o me mate para no sentirlo?
    -Conozco esa medicina-, contestó Buda-, pero para prepararla necesito ciertos ingredientes.
    -¿Qué ingredientes?- preguntó la mujer.
    -El más importante es un vaso de vino casero-, dijo Buda.
    -Ya mismo lo traigo- dijo Kisagotami.
    Pero antes de que se marchase, Buda añadió:
  -Necesito que el vino provenga de un hogar donde no haya muerto ningún niño, cónyuge, padre o sirviente.
   La mujer asintió y, sin perder tiempo, recorrió el pueblo, casa por casa, pidiendo el vino.
   Sin embargo, en cada una de las casas que visitó sucedió lo mismo.
  Todos estaban dispuestos a regalarle el vino, pero, al preguntar si había muerto alguien, ella encontró que todos los hogares habían sido visitados por la muerte.
  En una vivienda había muerto una hija; en otra, un sirviente; en otras, el marido o uno de los padres.
  Kisagotami no pudo hallar un hogar donde no se hubiera experimentado el sufrimiento de la muerte.
 Al darse cuenta de que no estaba sola en su dolor, la madre se desprendió del cuerpo sin vida de su hijo y fue a ver a Buda.
  Se arrodilló frente a él y le dijo:
  -Gracias... comprendí".

Imagen tomada de la red.

Dejamos los fastos de las fiestas y recobramos el camino.
Con las alforjas llenas de lo que hayamos decidido recoger.
            Sintiendo el ligero aumento de peso en la espalda, quizá, algo más encorvada, más sabia, más fuerte.
Y continuamos.
             Debemos continuar.
Siempre adelante.
             Es nuestra obligación.


2 comentarios:

  1. Sabia reflexión. Cada día, la vida nos enseña que, de nada sirve pararse.
    Con el pelo blanco y aún con bastón, debemos continuar.
    ,

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  2. Es casi una obligación. Lo estoy viendo. Un beso. Nos vemos en el taller con una historia sobre un bastón.

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