miércoles, 13 de mayo de 2015

De ansias y sosiegos. A Ponferrada. Notas peregrinas.

133. El camino de la vida siempre pasa por un monte.


Baño de pies en el río Maruelo.


    Resuelto el primer trámite de los montes de León, nos queda subir hasta el punto más alto y emblemático del camino, (1500 metros), situado entre Foncebadón y Manjarín: la  Cruz de Ferro. Allí dejaremos la piedra que todos hemos traído desde casa, con un deseo grabado en la pizarra de su cuerpo diminuto.
   Fotos en grupo y solitarias. Nuestro Andrés G. se emociona y yo le dejo alejarse unos metros. Nos respetamos todos siempre esos instantes de intimidad que, a veces, nos hace rezagarnos y hablar con nosotros en susurros. Casi rezamos.
   Espadañas y casas de piedra, multitudes de brezos multicolores abriéndose a nuestro paso como el mar Rojo al paso de los israelitas.
   Bosques de robles y castaños.
   Parajes hostiles y rencorosos, descenso a los infiernos.
   Sol y fuego. Rumor de agua entre las botas fatigadas y sorprendidas.
   Tierra áspera, pantanosa y espesa. 


   Las jaras nos mostraban sus flores diferentes y nuevas, surgían detrás de cada recodo, a cada paso, en la lejanía.





El camino, todo el día, piedra y cuesta. Pizarra y gestos bruscos.

La Cruz de Ferro. Mari Carmen y yo. Deseos abandonados al pie. Ofrenda.


Amarillo aquí. A la vuelta morado. Allí, blanco. Atrás rosa. Ahora, a lo lejos, montes verdes y capotes de malva y oro. Fantasía. Locura. 

No hay, por estos lares, mucho hueco para la tecnología, por eso no comento más.
   Ya sabéis, una imagen vale más que...

Catorce peregrinos os desean felicidad, nosotros la tenemos.
Cansados, los pies doloridos, sed y calor, pero la tenemos.
Somos felices.
Hasta mañana.
Respirad. Oléis la jara?



3 comentarios:

  1. Emociona esta maravillosa crónica que nos haces. Ni el cansancio ni el dolor pueden mitigar y adormecer ese espíritu de poesia que te florece por doquier y regalas a través de tu palabra.
    ¡Ultreya!, amigos.

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  2. Gracias amigo poeta. Es un descanso, al llegar de subir riscos y coronar lomas, tomar un chocolate caliente y rellenar unas hojas con las emociones de todos. Un abrazo florido.

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  3. A veces, como si de un elástico se tratase, se encoje el corazón. Así está el mío en estos momentos. Pero se que cuando los pies se inflamen y el espíritu se ensanche estarás con nosotros. Te llevaré o me llevarás cogida de la mano. En los momentos de confidencias, me escucharás con atención. Pero esta vez, te lo prometo, no te reñiré por no descansar las rojeces de tus piernas. Quemaré en Finisterre tus desdichas y volveré con la mochila vacía, para poder llenarla con las vivencias que aún nos quedan por realizar. Todos los peregrinos te sentiremos como al aroma de la jara. Levantaremos la copa. Su tintineo te llegará por el viento. Sabrás que estás con nosotros. Y al regreso, brindaremos por lo bueno y lo malo de este Camino. Y sabrás que hiciste lo correcto. Comenzamos, amiga. Estás en nuestro corazón caminante.

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