domingo, 16 de agosto de 2015

Domingo. Asiole os cuenta un cuento. Día 28.

228. El niño de los hornos. Ana María Matute.


     Hola a todos.
    Me parece que no os dije la buena nueva de Luis, el cartero. No era que me iban a nombrar la mejor portera del barrio de Salamanca, sino que su mujer, Virtudes, está embarazada.
     Me quedé de piedra.
-Pero Luis, hijo,- le dije-, que tienes ya seis hijas.
-Pero yo quiero un chavalote,- me contesta, tan pancho. A ver si hay suerte y a la séptima va la vencida.
A mi cartero se le ha trastocado el refrán.
Yo le pondré un velón al Séptimo de Caballería para que le traiga un varoncito a mi cartero. Lo hago por Virtudes.

   Hoy me voy a dar un atracón de casa. Me apetece mucho.




La chimenea de mi cocina. Ya son casi las tres.

Todo el dia desgreñada y descalza, colocando mis cositas.
Pondré toda mi mansión hirviendo con la luz indecisa de unas velas, una copita de licor de hierbas en algún lugar, música de Cohen o de Brassens por las esquinas y Barrigas entrando y saliendo, libre, pero amarrado a mis ojos. Frida, vigilando ansiosa sus profiteroles templados.
Os dejo el último cuento de la Matute, para regresar el librito a su lugar:

El niño de los hornos.



     Al niño que hacía hornos con barro y piedras le trajeron un hermano como un conejillo despellejado. Además lloraba.
     El niño que hacía hornos vio las espaldas de todos. La espalda del padre. El padre se inclinaba sobre el nuevo y le decía ternezas. El niño de los hornos quiso tocar los ojos del hermano, tan ciegos y brillantes. Pero el padre le pegó en la mano extendida.
     A la noche, cuando todos dormían, el niño se levantó con una idea fija. Fue al rincón oscuro de la huerta. cogió ramillas secas y las hacinó en su hornito de barro y piedras. Luego fue a la alcoba, vio el brazo de la madre largo y quieto sobre la sábana. Sacó de allí al hermano y se lo llevó, en silencio. Prendió su hornito querido y metió dentro al conejo despellejado.


Hasta mañana amigos.

Estoy tan feliz, sola y tranquilita, que lanzo, de vez en cuando, las manos arriba y me balanceo, como las negras cantando gospel en las iglesias americanas.




Imagen tomada de la red.


Mañana más, hermosos.
Que Dios os bendiga.

2 comentarios:

  1. Los niños de La Matute ¡caray!.Asiole, al cartero habrá que pluriemplearlo. Me encanta que dance, cante, ría, almohadíllese en casa, pero sin olvidar escribir un poema. Es una forma de sentir vacaciones. Abrazos de "el club de las poetas vivas". Feliz tarde.

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    1. El libro de la Matute es pequeño pero algo desagradable. Buena literatura pero tela. Abrazos. Y yo quiero pertenecer a ese club.

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