sábado, 2 de septiembre de 2017

Mi madre-niña.

Hoy es sábado y he estado todo el día en el hospital.
Mi madre está enferma.
Es muy mayor.
A veces se queda quieta, mirando hacia la ventana
y no me responde cuando la intento distraer con cotilleos
de familia.
Le hablo de viajes y de su marido, mi padre,
le digo que la enfermera joven de las mañanas
está embarazada y aún no lo sabe.
Le pregunto si apago el televisor o cambio de canal,
le estiro la sábana y le troceo la manzana.
Ella me mira y piensa cuánto le queda,
se fija en mi blusa y me pregunta cómo me fue en la presentación de mi último poemario,
me aconseja que adelgace y critica mi pelo alborotado,
cierra los ojos y finge dormir.
Tiene miedo y evita mi mirada y mis manos inquietas.
Me pide el abanico y me manda a por agua fresca
para quedarse a solas con su angustia
y su temor de niña perdida.
Mi madre tiene ocho años por las mañanas,
por las tardes se vuelve coqueta y me pide el espejo.
Cuando llega su médico le toma la mano y le piropea,
le ruega imposibles y sonríe para confundirle.
Tiene miedo. Y duerme mucho.
A veces me dice, cuando salga de aqui
te compraré otra blusa y me teñiré el pelo.
A veces llora para adentro. En silencio.
Hoy es domingo y estoy todo el día en el hospital.
Mi madre tiene ocho años
y tengo que cuidar de ella.
Por la tarde me pide el espejo
y se perfila despacio la tristeza y los recuerdos.
Yo le estiro la sábana y le echo colonia entre los dedos fríos,
me alboroto aún más mi pelo enmarañado
y mi madre- niña
al fin sonríe.



2 comentarios:

  1. Tierno, muy tierno.Cuando la infancia aparece dos veces, nos cubre la inocencia.
    Un beso.

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    1. Fue todo tan triste que quise poemizarlo. Pero ya pasó. Un beso. Nos vemos.

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