sábado, 23 de septiembre de 2017

Al suelo.

     


     Me he caído.
  Iba tranquila, había comido con mis hijos y mi madre, se me presentaba una tarde sosegada leyendo un nuevo libro, llevaba zapato plano, sin tacones, cómoda, tranquila.
   Bajé a dar un paseo a Chewie, antes del atracón de esa tarde apetitosa.
   Fue nada más salir del portal, que las desgracias suelen ser impacientes. 
    Y rápido, todo ocurrió tan rápido, que aún ahora, rememorando el hecho, no consigo darme una explicación.
    Se me cayó la correa, Chewie no se dio cuenta, no se lanzó a correr como otras veces, en su ansía de explorar, distraído ahora en oler los bajos del seto no se percató. Pero yo visualicé horrorizada otras escapadas, sordo a mis llamadas de desespero y miedo, espantada por la posibilidad de un atropello cuando cruzó varias veces la carretera, con miedo a que se repitiera la huida. 
    Me agaché sin tino y sin control a recoger la traílla que descansaba en el suelo, a mis pies. 
     Calculé mal, me precipité, algún mareo, no sé, pero fui trastabillando varios metros y mi cara y mis hombros supieron de qué estaba compuesto el cemento de las baldosas del paseo.
   Las rodillas desolladas como cuando tenía doce años, la ceja hinchada, el pómulo izquierdo con un rosetón lacerado, los nudillos en carne viva, el labio superior gruesecito y con una herida que ha traspasado al interior de la boca y, lo que es peor, creo que los dientes bastante perjudicados.
     Amén de las gafas rayadas y el sombrero debajo de una furgoneta.
   Dice mi marido que esta noche, en sueños, decía que quería volver atrás y que repetía la letanía varias veces, como en una oración perpetua.
    Pero no se puede, me dijo al despertarme. 
    Ya lo sé. Ni Dios puede cambiar el pasado.
    Pero creo que el futuro sí.
    Y ya le he puesto una vela y una gerberita guapa para que haga el favor de conservarme los dientes, ya que la dignidad y el sombrero se quedaron debajo de la furgoneta verde del vendedor de toldos.
   P.D. Chewie está al lado mío mirando desconsolado los desperfectos de mi cara, pero él no ha tenido la culpa. Ya lo he dicho, no?
   Y otra cosa amigos, si me veis por la calle acordaos de la frase de la faraona... si me queréis, irse por la otra acera. Bastante humillada estoy ya. 
   Pero un abrazo virtual si que me haría falta.
   Ay, qué dolor.
   Ay, mis dientes.
   Ay, la vida.


14 comentarios:

  1. Eloisa, me asustas,no se si sera cierto o tus fantasías de escritora, de todas formas, aquí te mando mi mas fuerte abrazo con todo mi cariño

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    1. Pues me temo que, en esta ocasión, es un relato basado en un hecho real. Como la vida misma. Y necesitaba contarlo. Ay, mis dientes!

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    2. Un abrazo para llevarte en brazos cel cariño que te tenemos. Cariño que, aunque quedes tan feamente desfigurada, como a tenor de lo que dices sospechamos, te seguiremos ofreciendo... Que nuestro amor es ciego. Anda, lo siento y que mejores rápido. Si no fuese porque me marcho unos días al pueblo pasaría a darte ánimos, te los paso desde aquí. Bssssss.

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    3. Muchas gracias caballero poeta, espero que a su vuelta y cuando nos veamos se haya calmado el dolor y los hematomas. Ay, qué poca poesía hay en estos casos! Un abrazo. Disfruta de estos días.

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  2. Ay, mi amiga. Ya lo decía yo. Ayer el cielo se presentaba caótico y excéntrico. Caminando hacía el teatro con amigas, lo comentamos. Dije yo, que era una tarde para un rodaje de película. ¡Malditos pensamientos! Lo siento, mucho, amiga, sinceramente. Por los dientes no te preocupes. Ya sabes, tengo un cajón lleno. Disculpa las bromas. Solamente te estoy remedando para que lo lleves lo más tranquila posible. Sabes que te quiero. Sabes que me tienes. Sabes que tengo hombros. Sabes que todo tiene un final. Sabes que la vida es un ring de boxeo. Sabes que tienes que sacar los guantes y pelear Sabes que no te gustan todos los bombones de la caja. Sabes que yo te ofrezco los bombones más dulces. Sabes... sabes...sabes. Si ya lo sabes. Si me sabes. Que tu recuperación sea rápida.

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    1. Ves? pues ya me siento mejor. Los dientes, no los tires, que el que guarda halla y puede que los necesite. Gracias por todo. Ya me voy enterando de lo de la vida y el ring. Un abrazo.

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  3. Pero bueno... que ya no estamos para carreras. Cuídate que todavía nos tienes que dar muchas lecciones

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    1. Ay, hermoso, qué costalá me di. Estoy más en el suelo que derecha. Tengo una cara! Un abrazo.

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  4. Que puedo decirte, solo, que tu dolor me duele.Podríamos hablar de "maldito escalón. Te deseo pronta mejoría y te mando un abrazo extendido que amortigüe tu malestar, los dientes volverán a estar bien.Mi hombro es buen apoyo, sabes que siempre llevo hombreras. Descansa.

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    1. Gracias cariño, aquí no hubo escalón ni muerto que esconder, pero el porrazo fue de miedo. Ya nos reiremos el martes. Hasta entonces.

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  5. Dientes...imposible darte, pocos hay y aún los necesito, pero hombros, espaldas y brazos, aún aguantan el peso doloroso de una amiga...¡aquí están! Preciosa, ya lo siento. Fuerte abrazo.

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    1. Muchas gracias poeta, tu llamada creo que ha hecho efecto. Paece que me duele menos. Un abrazo de ésos, de catálogo.

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  6. Has narrado lo acontecido de tal forma que casi lo veo y hasta lo siento!!! Ay, qué daño!!
    Espero que te recuperes pronto. Muchos besos y abrazos que mitiguen el dolor

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    1. Pues fue tal cual cariño y el dolor aún me dura. El dolor y la sensación de irrealidad y ridículo. En fin menos mal que escribiendo se mitiga. Ay, las palabras, qué magia! Un abrazo y gracias.

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