jueves, 12 de noviembre de 2015

De ansias y sosiegos. Poeteando. Tuyo, siempre.

316. Hoy me levanto poeta.

Buenos días, corazones.


Ya son las diez. Corre mucho la mañana, sin darme tiempo apenas a recrearme en el disfrute de mis instantes.
Me he demorado demasiado tomando el café y pensando, reposada, mientras miraba el horizonte probar colores nuevos hasta quedarse con un azul desteñido y cansado.
Tengo que bajar a pasear a Haro, aún; pensar en el menú de mi gente; recoger unos cuadros que dejé en la tienda de mi amiga Perla para que los vistiera de fiesta; preparar la clase de todo de hoy en mi sede manchega; cortarme, yo sola, el pelo y hacer mi entradita en el blog. Mi encuentro con vosotros. 


Me demoré demasiado con el café, ya os lo he dicho. Y la mañana me ha pillado con la guardia bajada.
Os voy a dejar un poema de Los pecios del naufragio. Y os dejo también mil besos y un abrazo largo y estrecho.

Danzan los libros, ebrios, por toda la casa,
no respetan mis comidas
ni mis horas de sueño,
golpean mi espalda si ven que ignoro
semejante rebelión,
yacen abiertos en el suelo
como rameras ofrecidas.
Ayer tiré a la basura los cuadernos,
no volveré a escribir más,
hoy empecé anidando libros en cajas de cartón
que pedí en la panadería,
cinco o seis aguardan ya,
henchidas, cerradas, derrotadas,
en un rincón del salón,
repletas de dóciles criaturas
resignadas a su suerte.
Los hay que se resisten y vuelan
luchando, indómitos, con las hojas
desplegadas,
abanicando el polvo que desprenden
sus historias muertas.
No volveré a leer más.
Consigo alojar nuevos cadáveres en las cajas,
abiertas como fosas voraces,
los aplasto con la mano extendida,
 doblegando su soberbia,
vengándome de su influencia,
domeñando su primacía.
Uno de tapas gruesas y verdes,
aleteó cerca de mi oído,
dejando una estela de versos
que cayeron lentamente sobre mi cuello
obligándome a completar la trova.
Me arrodillé un momento, exhausta,
vencida.
Un tomo pequeño y vanidoso esperaba,
desvencijado por el combate,
reconocí su vestidura, sonreí, 
como una madre
ante la travesura de su preferido
y el libro se abrió inesperadamente, ofreciéndome
una promesa antigua y recordada:
Tuyo, siempre.


Os lo dedico a todos, por ser como sois, por ser jueves, por ser vida.


*Imágenes tomadas de la red.

4 comentarios:

  1. Menos mal que reaccionaste a tiempo, porque: Tener un libro, es poseer un tesoro. Leer un libro, es viajar a ese mundo donde solo tú sueñas y disfrutas su miel. Para no variar, muy bueno. Besos.

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    1. Ha habido de todo en este matrimonio tan largo y pasional. Pero ellos saben que me tienen enganchada a sus páginas. Siempre ganan. Un abrazo amiga.

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  2. Libros... libros... Que en tu casa no anidan polvo. Como tiene que ser. ¿Para cuándo uno a dos manos?

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    1. Para cuando quieras. El éxito estaría asegurado. Abrazos sin polvo.

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