martes, 24 de marzo de 2015

De ansias y sosiegos. Te escribo.

83. Si no puedo dormir.

“Cuando empecé a escribirte ya no eras”.



Si no puedo dormir
en medio de esas noches perezosas,
lentas, interminables,
si no consigo dormir,
ahogada en las aguas muertas
de los recuerdos,
escribo.
Te escribo.
Cuando el lubricán
me alerta de mi locura, dejo la pluma
y tiro las hojas;
te asesino, te estrujo con fuerza
con las dos manos y lanzo
la bola de papel,
impregnada de rabia y de vergüenza.
Hoy por ejemplo, recordaba
tu boca,
tu lengua,
de cómo me abría a ellas,
y he escrito
del rugido salvaje que salía de mis pechos,
de la vehemencia de la embestida;
evocaba la fragancia de tus axilas
en las que me hundía sin decoro,
del lenguaje obsceno,
de las acrobacias, de los jugos.
Recordaba tus manos,
ay, tus manos,
tú las extendías sabedor
de mi veneración,
de mi idolatría.
Yo decía- que se pare el mundo,
que se pare-,
y reía, y deseaba un cataclismo,
y anhelaba morir,
yo moría.
¡Que se pare el mundo!
Y rugía. 
Tú desplegabas de nuevo tus manos,
yo lamía tus axilas,
tu sexo, tu pecho, tus ingles…

Si no puedo dormir  porque no puedo olvidar,
te escribo.






2 comentarios:

  1. A veces, un café, te hace bailar sola toda la noche. Y, entonces, piensas y no duermes y piensas, te acurrucas a tu entorno y el sueño se demora
    Al final escribes hasta la madrugada.

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  2. Pues ya sabes, a buscar el vestido de lunares, historias en dos frases y lo que se nos vaya ocurriendo. Un beso.

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