viernes, 20 de marzo de 2015

De ansias y sosiegos. Bebiéndome el mar. Uno.

79. Paréntesis y fallas.



   Escapada. Salir corriendo. Ansias.
Me gustan mucho los días grises. La lluvia. Las calles desiertas.
  Pero no cuando se meten las gotas y los charcos en el alma.
De repente, tuve ansias de mar. De ese olor que nos mece.
  Y tuve que huir.
A primeras horas de la mañana, aún noche, ya estaba respirando sal y olas.
  Frente al Mediterráneo.
Sosegándome.
  Ahogando, en el suave y oscuro oleaje, las ansias, que se quieren   instalar ya, como un huésped moroso y descuidado, entre mis pulmones y las costillas flotantes

   Ya con los dedos cálidos y los suspiros adormecidos, dimos una vuelta por la ciudad en fiestas.


                                                



   Fallas. Ruido. Y lluvia.
Pero de la buena, la que juega con tus botas de colores y te empapa el flequillo, la que te deja un caminito de rimmel travieso en la sienes palpitantes.
   Lluvia de la buena, la que se comparte sin paraguas, la que se ríe del fracaso, la que moja las mesas de los veladores y obliga a abrazarse frente a los ventanales.
   Mi perro, con su chubasquero azul empapado de agua y miedo por los petardos fiesteros, se dejó aupar, afónico de ladridos contestatarios y asombrados. No le gustan las mascletás ni los fuegos negros.
    Yo le susurraba al oído lo hermoso que es, lo que le quiero.
  Y acabó la noche entre humos nómadas, monigotes y callejones derrotados.
   Acabó la noche y ya es mañana.

   Amigos, desde el mar, os deseo vida. 






















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