sábado, 7 de marzo de 2015

De ansias y sosiegos. La esperanza en el poema.

66. Un día nos hallaremos. 


Un día nos hallaremos.
No puede girar el mundo
con esa cínica  parsimonia,
ni las aguas de todos los océanos
y mares, lamer la tierra
tan mansamente,
como ignorando.
Créeme,
un día nos hallaremos.
Quizá en otra galaxia,
o en tumbas propincuas,
o nos toparemos en algún camino
arrastrando la ancianidad,
cubriendo nuestros cuerpos
con los  jirones
del fracaso.
Cuando ocurra, te esconderé
en un tabuco horadado en cualquier montaña
 opuesta a la cordura.
Sólo mío.
Controlaré el aire cuando
se acerque demasiado a tu cuerpo desnudo.
Racionaré el sol.
Un día nos hallaremos.
No puede seguir rodando el mundo,
ni las aguas continuar su cadencia, su ciclo.
No puede ser.
Ya he comenzado la tarea,
hace tiempo,
un día antiguo,
no recuerdo cual, pero sé que
aquella noche eduqué al oleaje.
Tú sigue esperando.
Conseguiré que se pare el mundo.
Y un día nos hallaremos.


Del poemario "Los pecios del naufragio".

Del naufragio.

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