viernes, 6 de marzo de 2015

De ansias y sosiegos. Ansias, ansias, ansias.

65. Correr, correr.


  ¿Por qué creéis que le puse semejante título a la idea peregrina de escribir algo a diario?
  ¿ A ver, por qué... "De ansias y sosiegos?".
  Pues porque de ansías, todas. De sosiegos, pocos.
  Aunque tengo días. Ayer ya os dije que estaba inquieta.
  Hoy me he despertado con todas las ansias del mundo rodeándome, con sus dedos largos y fríos, la garganta, raspándome la piel desnuda y despojándome de las ganas de mirar al futuro.
  Susurrándome maldades al oído.
  He tomado un café huérfano y he buscado, (con ansías) las zapatillas de huir.
  A la calle. Al parque. Sola.


  He bajado andando los trece pisos. El ascensor, a estas horas, se pone loco y ya sé que, por supersticioso, le cuesta subir a buscarme.
  Pues que le den.
  La mañana, tengo que reconocer, está preciosa, enorme. Crece ajena a mi tormento, a mis ansias extraviadas, a mi sinvivir. 
 Pero la disculpo. Cada cual tiene que luchar por su quietud. Por sus sosiegos. Sálvese quien pueda.
 Comienzo a correr, con gafas de sol, para no ver a nadie, con unos diminutos cascos para no escuchar zumbidos de hojas ni sinfonías de pájaros, con los brazos replegados para evitar el roce del aire.



  En el parque que elijo, algarabía de perros. Me acuerdo del mío. Lo he dejado mirándome desde un rincón del salón, abatido y resentido por no invitarle al paseo. Ya se lo explicaré luego. Pero mi huida era sólo mía.
 Me hago daño en la pierna al subir una cuesta sembrada de piedras y conflictos.
 Paro un momento para darle un ligero masaje y la dejo salir en la foto.


  Casi una hora me demoro recorriendo sendas, buscando el atajo que me lleve. 
   Sorteando malos presagios.
  Y poco a poco, lentamente,  el sosiego. Lo voy respirando, me va llenando de esperanza los pulmones, diviso chiribitas de días predilectos, de bocas curvadas hacia el cielo.
 Me detengo al lado de un árbol cualquiera del parque. Le cuento que voy viendo la luz, le descubro mis miedos, mis desencantos y mis cuitas.
 Calla discreto. Me escucha atento. No se pronuncia.
 Pero me pide que nos hagamos una foto.



 Vuelvo a casa despacio, rendida.
 Subo en el ascensor, le pongo la correa a mi perro y volvemos a bajar al paseo con el sosiego rebulléndose en las alforjas.
 Buscando hueco.
 Caminamos ahora Haro y yo, lentamente, con demora, disfrutando.

 Os deseo paz.
 Hasta mañana.

2 comentarios:

  1. Esas huidizas zapatillas, que tan bien conozco, te han dado muchas alegrías y ¡lo que te rondaré, morena! Pronto encontrarán compañeras y juntas recorrerán mundos, veredas, sentimientos, atardeceres. Por la noche, cuando deseen descansar, anudarán sus cordones. Sus dueñas ¿anudarán o desanudarán su alma?. Solamente queda la espera.
    MC

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  2. Ahí están, a la espera. Con las suelas demasiadas limpias, quietecitas, cargando baterías. Ya las caminaremos. Pronto.

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