domingo, 6 de abril de 2014

Romance antiguo.




Imagen tomada de la red.


Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo ¿porqué negarlo?
tenías entre la boca
las huellas de un desengaño,
las manos desorientadas
y en los ojos treinta años.
Yo me acerqué despacito,
el corazón galopando
y en el libro que llevaba
tres poemas subrayados,
tres poemas que explicaban
el deseo de una mano,
tres poemas que escribí
una tarde, algún verano,
a la sombra del almendro
y con un peso en los labios.
Casi veinte primaveras
llevaba, imaginando,
desdibujando las noches
con nuestros cuerpos bordados,
entre desvelos fingidos,
entre amaneceres largos.
Quien espera desespera,
 no pensaba demorarlo:
-vente conmigo- te dije,
mira el viento perfumado,
huele la luna y la seda
de nuestro amor embozado
y sonríe al horizonte
y a los tiempos marchitados.
´
La cosa no pudo ser,
ya llevamos muchos daños
de amor y días vencidos.
Fue un sueño deslavazado,
un fuego fatuo, un dolor,
espejismos refractados.

Deja que te lea un verso…
yo tenía veinte años.



(Los dos primeros versos tomados del romance de Rafael de León)

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