domingo, 27 de abril de 2014

Gritos y silencios.





Imagen tomada de la red.



Salgo de la noche
con una cicatriz
amarilla
en el dorso de la mano,
con los pendientes rotos
y un dolor impúdico y turbio 
al final de la espalda.

La puerta está abierta.
No me voy.

Me pongo una tirita encima del amarillo
y sujeto el ansia de la coleta
con una mordaza de fingidas
amapolas.

Entorno la puerta
y escucho una linea de escozor
en la garganta.

Es la herida que grita,
      que grita,
          ante el silencio.

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