—Solomillo al Oporto con setas— le grito a mi marido
desde la cocina, cuando me pregunta qué le voy a hacer de comer.
Enciendo la pequeña radio que tengo en una esquina de la
encimera, me abro una Coronita y me pongo a rehogar la cebolla y las rodajas de
zanahoria.
Cuando ha tomado color hago una camita en la fuente de
horno y coloco encima el solomillo previamente untado con un chorrito de
aceite, con unos toques de romero y bañado generosamente con un vasito de Oporto.
Lo meto en el horno mientras preparo las setas para
añadirlas después al asado.
Me ayuda a poner la mesa.
Desde que se ha jubilado, pone la mesa y me saca al
perro.
Dice que no me puedo quejar. Que me tiene como una reina.
Creo que se le ha debilitado la memoria con la edad.
Yo ya no le recuerdo nada.
Llevo el solomillo a la mesa. Ha quedado perfecto con la
guarnición de setas alrededor. También he hecho una buena ensalada.
Pero no he olvidado espolvorear en su ración, como todos
los días, unas cuantas semillitas de manzana.
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