La luz que entra por las palabras
Esta tarde, en la Universidad Popular de Ciudad Real, he tenido el privilegio de compartir un encuentro literario inolvidable con Eloísa Pardo Castro, en una de esas tertulias que el Grupo Literario Guadiana organiza con tanto cariño. Sabía que sería especial, porque llevaba tiempo con esa ilusión, pero la realidad ha superado cualquier expectativa.
Desde el primer instante en que ha cruzado la puerta, con esa sonrisa luminosa y su inseparable sombrero —que no es solo un complemento, sino una extensión de su esencia—, ha conseguido envolvernos en su mundo. Hay personas que tienen el don de conectar sin esfuerzo, de llegar al otro con autenticidad y sin artificios, y Eloísa es, sin duda, una de ellas. Ya se podía intuir en los versos que hila con destreza y plasma con cariño en las páginas de sus libros, sin embargo, como suele decirse, en las distancias cortas los trampantojos suelen descubrirse. ¡Una maravilla de mujer y espero que desde ahora con tintes de amiga!
Nos ha hablado de sus libros Pronto será oro el membrillero, Besos de Nitroglicerina en el corazón, Piel, Galería de trampantojos, Haro y yo, y sus dos últimas obras, Por donde entra la luz y La mujer del sombrero. Décimas con fiebre. Dos títulos que condensan su esencia: luz y pasión. En Por donde entra la luz, nos invita a explorar los resquicios por donde la vida se filtra, a reconocer que incluso en la oscuridad siempre hay un haz iluminando el camino. Es un libro que destila sensibilidad y hondura, un reflejo de su mirada única sobre el mundo. La mujer del sombrero. Décimas con fiebre, por su parte, es una obra que confirma su maestría en la métrica y su capacidad para dotar de vida propia a cada verso. En ella, la cadencia de la décima se convierte en una danza apasionada entre la razón y el sentimiento.
Eloísa no solo es escritora, también ha sido profesora, y ese amor por la enseñanza aún brilla en sus palabras. Durante años ha trabajado con adultos, transmitiéndoles su pasión por la lengua y la literatura, ayudándolos a descubrir el poder de las palabras y el placer de la lectura. Pero hubo un momento en su camino en el que todo cambió. Hay situaciones que nos hacen despertar, son dolorosas pero curativas a la vez. Se detuvo, miró a su alrededor y comprendió que la vida era demasiado valiosa como para no seguir su verdadero sueño: ser escritora a tiempo completo. Desde entonces, cada palabra suya, cada historia, es un recordatorio de que nunca es tarde para reinventarse, para atreverse a ser quien uno quiere ser.
Hay algo especial en la manera en que Eloísa se relaciona con el mundo. Tiene la capacidad de hacer que cada persona en la sala sienta que le habla directamente, que le dedica ese momento. Su empatía no es impostada, es un reflejo de su esencia y en los tiempos que corren, bienvenida esa gente.
Los encuentros con escritores nos regalan la oportunidad de ver más allá de las hojas, de comprender lo que late detrás de cada verso, de cada historia. En cada charla, descubrimos que la literatura no es solo un arte, sino un testimonio de vida, una manera de sentir y de mirar el mundo. Escuchar a Eloísa hablar de su camino, de sus dudas, de sus certezas y de aquello que la impulsa a escribir, nos permite asomarnos a su sensibilidad más pura. Nos hace partícipes de su proceso creativo, de la magia con la que transforma vivencias en literatura. En estos encuentros, las letras cobran vida, se humanizan y nos abrazan, recordándonos por qué amamos tanto la literatura.
Entre versos, relatos y risas, no ha faltado la mención a su "chófer", su marido, el compañero inseparable que la apoya en cada viaje, en cada encuentro, en cada paso de su camino literario y personal. Es hermoso ver la complicidad que los une, el respeto mutuo que se respira en cada palabra que le dedica. Su presencia, aunque discreta, es una prueba de que el amor también se escribe en los pequeños detalles del día a día.
La Universidad Popular de Ciudad Real se ha convertido en un punto de encuentro mágico, donde la literatura y la amistad van de la mano. Y esta tarde ha sido un reflejo de ello. Me llevo la certeza de que la poesía no solo se escribe, sino que también se vive y se comparte, y que hay personas como Eloísa que, con su cercanía y su talento, logran que lo literario trascienda el papel y quede marcado a fuego en la memoria y en el corazón.
Desde lo más profundo, mi más sincera felicitación a Eloísa por regalarnos su magia, por compartir su luz con nosotros y por hacer de esta tertulia un momento irrepetible. Gracias, querida Eloísa, por ser como eres, por esa autenticidad que nos llega al alma y por recordarnos que la literatura es, ante todo, un acto de amor y generosidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario