las miradas a su antojo.
El frío se cuelga de las pestañas
disuadiendo metas
y esquinas alejadas.
Las manos se avergüenzan
de los dedos inservibles
y los cuellos retroceden
entre toboganes de lana
de colores oscuros y densos.
Trasiega la tarde
las virutas de vida descuidada,
se
arremolinan en plazas
desnudas y ateridas,
dando vueltas inútiles,
esperando.
El frío se enfurece a ratos,
levanta muros
y los cuellos se hunden un poco más,
temerosos.
Huele el aire a desamparo
y los pasos se dirigen al origen,
al abrigo del puchero humeante,
a los ojos de siempre.
Trasiega la tarde,
decae
y murmura a nuestra
espalda.
Murmura.
Tus palabras dicen tanto y de forma tan bella... Simplemente genial.
ResponderEliminarMari Carmen Estévez.
Gracias Mari Carmen por el comentario y enhorabuena por la noticia maravillosa de la que me has hecho partícipe. Me alegro por ambas cosas. Un besote, esta vez, de verano.
ResponderEliminar