miércoles, 28 de octubre de 2020

Ligera de equipaje

    


      Estoy haciendo sábado como decían en mi casa. De cuadernos. Reviso las nostalgias y deseos que contienen, hago cruces sobre ellos con un rotulador negro de punta gorda y los echo en una bolsa para el contenedor. Guardarlos, para qué?

       Eso sí, los reviso antes, no vaya a ser que me encuentre con algún recuerdo que se me haya olvidado. He rescatado alguna fecha, aquella mirada, ese desengaño, mil proyectos, insomnios, pero creo que nada importante.

      Y a este poema, antes de tirarlo, escrito hace demasiados años, creo que le voy a dar su minuto de gloria. Lo escribí, cuando me invitaron a una boda en una residencia de mayores.

Me he detenido en el patio de la residencia,
las flores ponen color a los árboles viejos,
el sol ese día era de cobre y fuego,
las ventanas se abrían a pájaros emigrados.
Hemos vuelto al Paraíso, me susurran,
aquí no hay peligros ni asusta la noche,
como en aquel, hay adanes y evas
y las manzanas se pueden morder sin pecado.
A veces cae la lluvia y moja las risas
que olvidan sin miedo al pie de los parterres,
a veces las estrellas iluminan sus cuerpos,
que esconden secretos tras livianas cortinas.
Cuando en alguna ocasión hay una boda,
las campanas de iglesias lejanas voltean sin ruido
y una vez oí al novio, elegante y añoso
regalarle a la novia anhelante, al oído,
un verso que escuchó de algún poeta antiguo:
"Esta mañana amor, tenemos veinte años".

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. descubres que la edad no tiene edad. es tierno, es encantador.

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