martes, 20 de octubre de 2020

Noctuario. A pie de página.

El rumor de las yemas de los dedos me despertó.

La señal. 

El día anterior no había escrito nada. Ni el anterior del anterior.

Necesidad. Remordimientos. Culpabilidad.

Me levanté, eran las dos y diez de la mañana, o de la noche, o de la madrugada.

Fui a la cocina y me hice un café. Abrí el cuaderno por la hoja hambrienta.

La pluma, ansiosa; las ideas, revoloteando y confundidas. Sensación de ahogo y respiraciones profundas.

A pie de página, latente, el miedo al sueño. Noctuario.

Todo ha pasado. Ni Dios puede cambiarlo. Quiero escribir lo que he aprendido, las ansias y sosiegos.

Chewie me acompaña, después del sobresalto.

Continúa el rumor escandaloso de los dedos. Necesidad y campo baldío.

Las tres y cuarto.

Nada. Y vuelvo a la cama.

Mañana será otro día.




2 comentarios:

  1. Pero a veces, te despiertas sobresaltada porque en la mente, unos renglones huérfanos insisten en querer ser libres, los das rienda suelta y los garabateas en el cuaderno dorado, y sonríes.
    Así es la escritura. Buen día otoñal.

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    1. Así es, querida amiga. Un abrazo. Se nos están complicando las cosas por las circunstancias actuales. Habrá que estar a la escucha.

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