domingo, 10 de noviembre de 2013

A M. Carmen. Por los lubricanes locos.



Querida amiga, hoy me he levantado con ganas
de volar.
Debajo del agua, en la ducha,
ya sentía el regusto del café
que luego me tomé en la mesa blanca
de mi cocina.
Después, mientras recogía un poco
los pecios de mi locura de anoche en el salón y dispuse
los cojines alineados en el sofá,
como soldaditos obedientes,
puse un disco de Ainhoa Arteta
que me regalaron hace días.
La canción se llama Vida:
“La vida de un pájaro en vuelo,
la vida de un amanecer,
la vida de un crío, de un bosque y de un río,
la vida me ha hecho saber,
la vida voraz que se enreda,
la vida que sale a jugar”…

Amiga, tengo ganas de jugar.
Pongámonos el sombrero
y salgamos a la calle.
¿Vienes?
¿Te apetece?
Si, eso es lo que digo, sin hacer nada,
quizá cantar un poco, bajito,
tañer la cítara,
jugar al escondite con el sol,
apoyar la espalda en el árbol viejo
de la plaza,
contar mentiras, para sentirnos culpables
sólo un ratito,
como cuando éramos niñas.
Amiga necesitamos reír,
reír mucho, cerrando los ojos,
sujetar la púa del destino con firmeza,
acariciar las cuerdas de la vida voraz,
sin enredarlas, despacio,
 sin asustarnos,
si no la cítara plañirá amaneceres.

Querida amiga, es que hoy me he levantado
con ganas de volar.



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