sábado, 3 de junio de 2017

Despedidas como ramos de gerberas.


      Comenzamos junio con la despedida de curso.
    A falta de la entrega de diplomas, que se hará con toda pompa y boato la próxima semana, nos hemos reunido, todas las chicas y chicos de las clases de todo, en una mesa larga y repleta de viandas y champanes, para dar por finalizado el curso que nos ocupa.
     Comentamos las tardes redondas y bulliciosas alrededor de pupitres con olor a infancia, recordamos las lluvias estrelladas contra los cristales de las ventanas de la clase, llamando la atención, intentando desviar nuestra concentración ante la desembocadura de aquel río o la prueba del nueve de una división loca. El viento de invierno entre las hojas de los álamos del jardín.
     Bulle la tarde de alegría ante la inminencia de las vacaciones. Les espera a mis chicas playas cálidas y juegos de siesta con los nietos. Relajo y meditación.
     Comemos con ganas en el salón fresquito de la sede manchega, con las aspas del ventilador revolucionando los cabellos y los volantes del pecho.
     Brindamos por el próximo curso. Por las historias y los dictados. Por la curiosidad.
   Luego, se escapan como niñas traviesas y regresan con un paquete envuelto en suspiros y risitas cómplices.
    Flores y libros. Poemas y dedicatorias.

    Aciertan. Siempre aciertan.







     Ellas, atentas durante todo el invierno, van tomando notas de mis preferencias, van descartando autores, y rodean con rotulador iridiscente, ese poeta, aquella novelista, el olor que prefiero. Y luego me lo ofrecen con miradas ahítas de cariño.


     Son días de fiesta en las casas regionales, de semanas culturales y de encuentros de primavera.
   Por eso, luego, después de los abrazos, marchamos a la Casa Regional de Salamanca, donde el grupo de Aseapo, asociación española de amigos de la poesia nos ofrecen un estupendo recital y también disfrutamos de una extraordinaria exposición de pintura.
    Escuchar a mi amigo Enrique Sánchez García, (Gandhi) leer el pregón que da comienzo a las fiestas.




Mis amigos recitando La-cabellera-de-la-Shoá

Puntillismo en grado superior.



Gandhi en plena lectura.

 Nos fotografiamos las mujeres para detener el instante gozoso.



Llueve en la noche.
Huele a jazmín y aventura.
El cielo es un boceto inacabado.

Regreso a casa con mi botín.

Y voy leyendo al malogrado poeta Félix_Francisco_Casanova:


Siempre tengo nostalgia
de lo que no he vivido,
la ventana se abre al frío
del ángel exterminador
y el año se llama invierno,
la sombra de mi cuerpo
flota como un cadáver.

Y voy disfrutando de Alfonsina:

Afuera llueve; cae pesadamente el agua
que las gentes esquivan bajo abierto paraguas.
Al verlos enfilados se acaba mi sosiego,
me pesan las paredes y me seduce el riego
sobre la espalda libre. Mi antecesor, el hombre
que habitaba cavernas desprovisto de nombre,
se ha venido esta noche a tentarme sin duda,
porque, casta y desnuda,
me iría por los campos bajo la lluvia fina,
la cabellera alada como una golondrina. 


Gracias chicos.
Hasta pronto.
Es un placer.
Pura vida.




2 comentarios:

  1. Sí, se van terminando los cursos y cerrándose las aulas con broche de oro en actividades culturales. El tiempo no se detiene, pero la ilusión de todos los participantes, tampoco se detiene y volverán como rosas sin espinas a las próximas clase. Debería seguir tu consejo y escribir, tal vez el lunes empezaré, esperando que no me suceda lo que con las dietas, que nunca llega ese lunes.Un abrazo.

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    1. El lunes ya fue ayer y todos los días. Ningún día sin una linea. Un beso. Nos vemos en el encuentro de escritores.

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