Abro las noches al primero que llega y humedezco las esquinas de mi tiempo para ver pasar imposibles y días impares.
No me salen las cuentas los jueves y cada vez soporto menos el olor a fracaso de la tarde de los domingos.
A veces llueve en mis tobillos y las zapatillas de huir me pesan tanto que me quedo demasiado tiempo en mis mentiras.
No te dije adiós.
Se me olvidó porque me entretuve comprando flores, las velas de la tarta y sábanas nuevas. Y un sombrero azul.
Noté que eras nada cuando el reloj no llegó a dar las doce y aquí estoy, aún en la puerta, con las llaves en la mano y decidiendo si cierro o busco en la cerradura el hueco exacto donde introducir las dudas.
Versar los besos, versar los sueños, con rima o sin ella, esperando o sin esperar, debemos resaltar el acento para que el verso nos llegue hasta el alma.
ResponderEliminarCorto, pero muy bueno. Me ha gustado. Un abrazo.
Pues venga poeta, a versar el verano. Tenemos deberes. Un beso.
EliminarSi encuentras el hueco de la cerradura, ¡por favor! déjame la llave. Soy la eterna duda.
ResponderEliminarAsí estamos todas. La duda, esa invitada incómoda. Otro beso.
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