jueves, 19 de mayo de 2016

Viaje a ninguna parte. Camino de Santiago. Jueves 19.

De Maroñas a Logoso.

"El camino no es largo cuando amas a quien vas a visitar".

     Mis amigos continúan el camino. Yo, continúo esperando. Aquí, ociosa, enmohecida.
     Escribiendo.
     Sólo.

     Los ángeles pétreos del cementerio de Maroñas, despiden a mis romeros.
    Buen camino parecen decir a coro.
    El camino se asemeja a todos los anteriores, pero es distinto.
    Cada matiz, cada color, parece nuevo. Algo cambia, porque sigue enamorando, sigue imantando la mirada al suelo, a la copa de los árboles, a la lejana niebla, al horizonte.


     El hórreo igual a todos, pero diferente. Éste tiene 12 columnas que sustentan la edificación, como una mansión diminuta. Como la casa de los siete enanitos gallegos.



      Allá se divisa un parque eólico y todos pensamos en el Quijote: No son gigantes amigos, que son molinos.
     Se continúa, con apenas una parada para reponer fuerzas y refrescar la garganta.
     Y después de la cuesta, Logoso.
     Y el anárquico albergue o logoso. En cuesta también.
     Ahora, ya por la tarde, un paseo por las ruinas de otra época hacen sueño.

     Un "pedra cabalgada", un monumento celta, altar o mesa de ofrendas o sacrificios, hace que la imaginación vuele, que se pergeñen historias de otros tiempos.



     Cae la noche.
     Se apagan las luces y las literas se van acomodando a los cuerpos.
     O al revés.
     Silencio.

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