miércoles, 18 de mayo de 2016

Viaje a ninguna parte. Camino de Santiago. Miércoles 18.

De Negreira a Maroñas.

"No hay un camino hacia la paz, la paz es el camino".


      Salen, a su pesar, de Negreira, les ha gustado la aldea y su vestimenta. Su olor y el relajo que se respira.
      Pero deben continuar y, con la escolta de los sempiternos eucaliptos, caminan hacia la etapa siguiente.





    Paran, de vez en cuando, para captar tanta belleza, para sujetar el momento, como coleccionistas de instantes mágicos.
    Y es que la paleta de colores que se derrama durante el camino es impresionante, conformando un cuadro estético y remoto. De ahora y de tiempos pretéritos.
    Las vacas, al sol, rumian la injerencia con estudiada indiferencia y despego.
     El bosque de hoja caduca  avanza. Hórreos eternos se adivinan entre tojos, maizales y pinos.



    Ya llegan. La iglesia románica, antigua y digna, espera a mis amigos y, al lado, un discreto cementerio, muestra su misterio y su silencio.
    En el albergue casa pepa, bajo la parra centenaria, dejan las mochilas y los bastones. 
    Ahora, esta coqueta casa de piedra, acogerá sus sueños.
    Mañana se continúa.
    Buen camino. 



Pura vida.

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