miércoles, 23 de septiembre de 2015

De ansias y sosiegos. "Aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera".

266.  Historias de diván.


     Me imaginé matándolo.
   Me fijé en su espalda. Sería tan fácil. Le clavaría el cuchillo tantas veces como hiciera falta para sacudirme el odio.
     Y mientras lo hacía, gritaría.
    Desgranaría, a voces, los agravios, su mano abierta, cada golpe, el abuso del sexo, las exigencias, el olor, el asco.



    Dejaría que, junto a la sangre, que cambiaría rápidamente el color frío de las baldosas, se escurrieran las horas vacías, los días baldíos, los silencios, las noches eternas.
     Los sueños perdidos, la vida derrotada.
  Me quedé mucho tiempo mirando su espalda. Los pelos, que se agrupaban en los costados, como una tribu de sucios parias, arcaicos y primitivos.
   Se volvió de repente y me miró a los ojos, entrecerrando los suyos, tan ajenos. Previsibles pero desconocidos.
    -Vamos a la cama, ya es tarde y mañana hay que madrugar.
   Al día siguiente íbamos a pasar unos días a la casita de la sierra.



     Y volví a mirar la lámpara del techo, a fijarme en la bombilla fundida en uno de sus brazos.
    Volví a contar, a tragar cobardías, a amordazar el aullido, a retener la arcada.
    Tras la masturbación se quedó dormido.
  Yo fui a lavarme las manos sucias de semen, de sangre y de frustración.
    Cuando guardé el cuchillo, ya roncaba.



Hasta mañana, corazones



*Imágenes tomadas de la red.

6 comentarios:

  1. Y mientras ves pasar la tormenta, un amanecer, te alienta esperanzador. Siempre y cuando estés segura de tu libertad. El odio es un enemigo mortal. Las fotos preciosas. Un beso.

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  2. Tira el cuchillo. Hay formas más sutiles.
    MC

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  3. Cuanto odio en esas letras...
    Deja el mundo correr, no sea que se vuelva contra ti

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    1. El relato acaba ahí. Ya veremos en la segunda parte. Abrazos

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