Mi amigo Carlos Arroyo me propuso presentar su última
novela El reflejo infinito, y tengo que decir, antes de
nada, que ha sido un auténtico placer.
A mi amigo Carlos le conocí en la radio, pero
luego, haciendo memoria, recordé que ya coincidí con él en el año 2010 en una
entrega de premios y, además, compartiendo libro: en La mujer no es un cuento,
libro contenedor de historias por la igualdad, se esconden unos relatos que nos
fueron premiados en su día. El suyo, La
colegiala, el mío In memorian y
allí dentro, su Laura y mi mujer infeliz, puede que estén urdiendo un reflejo
infinito. Al volver a leer su relato he comprobado que Carlos ya tenía en su
cabeza el germen de esta novela.
Mundos distópicos y metaliterarios por los
que navega su mente calenturienta y quijotesca.
Ya me divertí con las historias de aquella
panda de amigos, de su anterior novela El
adolescente que lloraba con las películas de kárate, un libro que huele a
césped y cáscaras de pipas, a cloro, a charlas de medianoche y a tardes de
siesta pergeñando futuros, juegos de escritor que está plantando los pies con
fuerza y decisión en la carrera que quiere emprender. A Carlos ya no hay quien
le pare, se atreve, se cree, y eso es lo primero que tiene que tener quien
quiere gobernar una ínsula.
…”cada vez
que me he sorprendido con la mirada perdida en el atardecer que se asoma a mi
ventana, con el cristalino empañado o con gotitas de nostalgia derramadas involuntariamente
ante el paisaje y la baja moral que domina en la sociedad en la que vivo, busco
una válvula de escape para no reventar completamente en el momento menos
conveniente y tirar de los bigotes a los viandantes; entonces comprendo que es
la hora de escribir un relato. Así se crean todas mis historias, como mi
alternativa a la camisa de fuerza y al prozac”, esto lo declara Carlos, y lucha, como Octavio, su
protagonista, por vencer la mediocridad y el olor del tedio.
En El
reflejo infinito, la oscuridad y la
humedad se convierten en lujo sólo cruzando el umbral, nos lleva de la mano y
nos sumerge en un mundo que, a priori, no queremos, pero nos obliga, nos mete
en los intestinos de un perro, nos confunde en una metaficción que nos impide escapar,
que ya no queremos, nos hipnotiza con los olores de un tiempo remoto, oímos el
agua que corre entre las paredes de mazmorras inmundas, se nos clava en la
pupila el chillido de la rata, nos sobrecoge el susurro de las ropas sobre el
suelo húmedo y la bala de los atracadores nos roza la oreja. El café templado
se nos queda en los rincones de la boca. La mano, abarcando el contorno del
vaso.
Carlos se ha ido de copas con Augusto Pérez,
el protagonista de la novela de Unamuno, Niebla;
con Ignatius J. Really, el simpático muchacho de La_conjura_de_los_necios y la música del día de la marmota, también se
cuela, de refilón, entre las hojas del libro.
Al leer la novela, fruncimos el ceño con
frecuencia, nos atrapa y nos hace dudar, nos obliga a hacernos preguntas
incómodas, no nos deja salir.
Me ha gustado mucho el desarrollo narrativo
de la novela, su diégesis, su ruta de laberinto, el recuerdo tierno hacia
alguien que ama, Andrea o su abuela, que nunca llegó a verle multiplicar, que hace a nuestro héroe aún más creíble y entrañable, como si eso fuera necesario.
Como dije al principio, leer El reflejo
infinito ha sido un placer, lo he disfrutado y creo firmemente que Octavio-Carlos,
ha conseguido, aunque él no lo crea, enamorar a la cajera del banco.
Carlos, amigo, escritor, locutor, compañero, padre y otros
títulos de gran alcurnia, sigue caminando, mire vuesa merced, que aquello que
allí se parecen nos son molinos, sino gigantes.
Como tú.
Ahora, nos gustaría preguntarte por la
génesis de la novela, cuándo te sientas a fabular, qué hora es la que
prefieres, tus proyectos inmediatos, qué título tienes, en este momento, que
ofrecerle a tu vida.
“Con
diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela…”
Muchas gracias por tu invitación a compartir
sueños.
Todo está bajo control.
Y suerte.
Primer día del mes de junio
de 2018
En el centro cívico José
Saramago
Parece que la primavera se
va centrando.
Otra presentación de "alta alcurnia".Creo que te van a nombrar presentadora oficial del Reino de autores literarios. Pienso coleccionar cada una, pues las leo como si fueran libros de relatos cortos. ¡Muy bien¡Un abrazo
ResponderEliminarGracias cariño.No he vuelto a leerlas, posiblemente me pondría a corregirlas como loca. Nos vemos. Un abrazo Toñy.
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