domingo, 13 de mayo de 2018

De cuando era amor.




Hay muchos álamos en la avenida.
Puedo escribir los versos más tristes.

Apenas amaneció salí a pasear con mi perro.
Me oprimían en el pecho
las ansias del recuerdo.
Me asfixia la noche.
Me ahogaba la ausencia de tus manos,
de tu aliento en mi nuca ofrecida,
la falta de tu mirada lasciva.
¿Has oído alguna vez lo que cuentan los álamos?
¿Su conversación susurrante y antigua?
¿El lamento de sus hojas? 
¿El balanceo insinuante de sus ramas?
Hay muchos álamos en la avenida.
Y chopos y castaños y algún olivo menudo.
Al fondo, un ciprés.
Como acompañándome en el duelo.
Mi perro se detiene ante una flor amarilla,
señera y valiente.
Mi perro me señala el milagro. 
Yo sigo mirando el ciprés altivo. 
Su acusación.
Los álamos me hablan. 
Mi perro se ovilla entre mis piernas
con una flor en la boca.
El viento se vuelve poderoso. 
Aúlla un sollozo.
Una pérdida.
Tus manos.
Ay, tus manos.





*Cuadro de Vincent van Gogh
Camino con ciprés bajo cielo estrellado.

2 comentarios:

  1. Los árboles te cobijan, acompañan y te escuchan. Un día, se descubren y arrojan sus flores en formas de hojas y alfombran el suelo a tu paso.

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    1. Son una maravilla y apenas les prestamos atención. Tú abraza alguno siempre que puedas. Te veo pronto.

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