lunes, 5 de octubre de 2015

De ansias y sosiegos. Granada, el paraíso oscuro de Lorca.

278. Desayunando con Lorca, con Ian Gibson y con una lluvia tímida y con olor a principio.


"El más terrible de los sentimientos 
es el sentimiento de tener
 la esperanza perdida".

Buenos días.
Me levanto lunes. 
Sin ganas de cantar. 
Sin ganas de preparar café.
Y nos lanzamos a la calle, Haro y yo, a buscar alimento y ansias.



     Sentadita en la terraza de mi bar preferido, leo la prensa, y me topo con un artículo del hispanista Ian Gibson, que celebra 50 años como biógrafo de Lorca, con un nuevo libro sobre la Granada lorquiana, ciudad donde en 2016 se cumple el 80º aniversario de su asesinato.
     Y como sigo demasiado sosegada para pergeñar la entradita de hoy a éste vuestro blog, me limito a copiar.

"Federico García Lorca, es un hombre lunar, vitalísimo, malogrado, vidente de su propio drama.
Un incalculable que nació en la Vega de Granada, (Fuentevaqueros, 1898) y de niño removía hormigueros con una varita fina. De adulto "mágico como una selva", como diría Vicente Aleixandre.


Y todo esto en Granada, donde la vida y la risa, donde la vida y el asco, donde la vida y la zanja en que lo echaron asesinado.


Vengo a buscar lo que busco
mi alegría y mi persona...


Lorca llega a Madrid, su vuelta al mundo antes del mundo.
Su residencia en la tierra. Su romancero de hombres.
El teatro, que sale en él dando gritos.
"Cuando está Federico no hace frío ni calor, hace Federico", dijo Jorge Guillén.
Sus amores...
Que cuando vuelve de cada amor, lo hacía como el que regresa de un remoto país.
Soledad, ¡por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?


En el verano de 1936 todo estaba a punto de saltar por los aires... "Y empezaron los viejos cuchillos a tiritar bajo el polvo".

Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.


Dicen que cuando lo metían en el camión un muchacho lo reconoció y gritó: "¡Es Federico, es Federico, vais a matar a un gran poeta. Asesinos!*"

Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.


Ya llegamos a casa. Con hambre de Lorca. 
Recitaremos sus palabras subidos, Haro y yo, en el taburete más alto de la casa.
En alguna esquina, el silencio.
Encima del piano, dos velas temblonas.
En la calle, sigue, pertinaz, la lluvia.
Como si supiera.
Hasta mañana, corazones.


*Extracto entresacado de un artículo de Antonio Lucas, en El Mundo, del lunes 5 de Octubre de 2015.



6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. De olvido nada. Sólo lo que no produzca gozo. Un abrazo, vete pidiendo unas cañitas.

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  2. Quiero sentir la soledad-a veces- aunque me rodee de gente. Quiero que me cale la lluvia, sentirla, pero no hasta los huesos, porque creo que entonces, me sentiría muy sola.

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  3. Muy buena escritora....desde un lugar de la mancha donde se sueña a granada

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    1. Gracias, amigo José, andamos, continuamos, nada más. Desde el lugar de la Mancha. Un saludo.

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