domingo, 23 de noviembre de 2014

No te mueras todavía.


"No te mueras todavía.
Tu tristeza a mí me salva
lo mismo que tu alegría"...

Ayer quedamos un grupo de amigos en ir hoy, domingo, a visitar Toledo, comer allí y adentrarnos en las tripas de la ciudad imperial.
Si no llueve, dijimos, ante la predicción de los entendidos del tiempo.
Y amaneció el domingo lluvioso, lloroso, prohibitivo.
Nos llamamos para posponer la excursión. Toledo merecía una dedicación completa, sin la marquesina de los paraguas. 
Desayuné con más demora, ya no había prisa, el día se volvía reposado, lento, con legañas de domingo, con sabor de infancia y de limbo.

"Echa tus tonos al día
como a una hoguera y confía,
que lo que arde no se pierde"...

Avancé una docena de páginas a la novela que estaba leyendo, preparé las clases de escritura, seleccioné los poemas que leeremos el martes, 25 de Noviembre, para abofetear con versos la violencia, coloqué un poco el desorden precioso de mi estudio y escribí, escribí, escribí. Y, no sé porqué, mientras el humo de un puro inspirador danzaba ante mis ojos, se descolgaban de las cortinas azules las palabras del poema de Carmen Martín Gaite:

"Ni te quedes condenado
sólo al blanco o al morado,
ni te vuelvas transparente..."

Me preparé un segundo café, mi perro dormía suave a mi lado, llovía aún, o no... "Tú engrosa el caldo del día..."

Delante de mi mesa, colgada, la Felicidad Clandestina de la Lispector; la foto de Miguel Hernández, a mi derecha; a mi espalda, los hermanos Machado posan serios sobre una columna de libros pendientes y Jim Morrison canta, susurrante The Severed Garden.
Sigue lloviendo el domingo.

"Y en tiempo de incertidumbre
arde también en su lumbre,,,"

Arde.

"A pie quieto en el terror,
a solas en la agonía
y aun cuando nada te alumbre,
no te mueras todavía".

Ha dejado de llover.
Felicidad clandestina.
Tengo.

1 comentario:

  1. Luego, más tarde, escampó. Y sentimos todos el día perdido entre amigos. Iremos pronto a Toledo, llueva o no. Hemos comprendido que da igual el humor que nos demuestre el cielo. No debemos dejar en la antesala los deseos.

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