domingo, 3 de agosto de 2014

Comenzando Agosto.



"Ifemelu lo miró durante largo rato. Él decía lo que ella quería oír, y sin embargo, se quedó mirándolo.

        -Techo- dijo por fin-. Entra".

Asi acaba Americanah, la extensa novela de Chimamanda Ngozi Adichie. Quizá le sobren algunas decenas de páginas, pero me ha tenido entretenida. Buena traducción. La última que leí, Lejos de Ghana de Taiye Selasi, era del mismo tema: literatura africana. Me ha dado por ahí este mes.

Todo el mes de Julio ensopá leyendo. Mis amigos, pululando por el mundo.
Mi móvil no para de descorchar botellas (es el sonido que le he puesto a los wasaps) y me envían fotos maravillosas de bosques frondosos, de orillas de mar o de paellas gigantescas rodeados de gente alegre y despreocupada.
Yo en mi estudio leyendo. Todo el santo mes.
También he pintado un cuadro, que me ha quedado un pelín deslavazao. El calor.
Y paseos con Haro. La pareja feliz.
Pero ha llegado Agosto. Y mi hora del desquite.
Tengo una maleta abierta encima de la cama de invitados. Dentro, un par de bañadores, una cremita protectora y un pareo gigante de estampado africano (por seguir con el talante). Y a ver qué pasa. 
Proyectos?: ninguno. Ánimos?: no veo. 
Qué locura, dios mio, qué desenfreno!

Voy a escribir, mientras tanto, esto en mi moleskine roja, al lado de la historia de mi amiga M.C. que ya contaré otro día y comienzo un nuevo libro, Burlando a la Parca de Josh Bazell. Por si acaso. 

Pues eso.




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