viernes, 1 de agosto de 2014

Poema del lubricán.









Y me tiemblan las calles
y las horas
en este caldo añejo
en que braceo.

Es lenta la agonía.

No amanece.

Y oigo el susurro del mar

entre las sábanas
y me hundo más en la desgana.

Y lanzo la esperanza

hacia la anchura.

Y respiro vencida.


Y no amanece.


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