Como fui la princesa del cuento hasta que nació mi hermano, me mimaban, me hacían fotos cada dos por tres, a todas horas, mis tíos, mis tías, sus novios, mi padre. Un día, a comienzos de año, vino a la casa grande un fotógrafo profesional. Me hizo posar encima de la cama, sentada en lo alto de la nevera, en el sillón, con las piernas dobladas y mandando callar a la muñeca que me habían traído los Reyes. Era una muñeca enorme, de cartón piedra, rubia, muy bien vestida y con unos ojos que te seguían allá donde fueres. Tenía la boca demasiado pequeña. Me cayó mal. Nunca llegamos a entendernos.
¿No juegas con tu muñeca?, me decían, cuando me veían sumergida en los tebeos de El Capitán Trueno, del que estaba profundamente enamorada.
A mí tampoco me caían bien las muñecas. Ni bebés ni nancis, no me identificaba con ninguna. Y yo estaba enamorada del Jabato porque el Capitán Trueno me parecía un poco estirado. Además, me identificaba más con Laura (morena, sencilla) que con Sigrid.
ResponderEliminarMe encanta tu biografía por entregas 💜😘
Mi querida Joana. Gracias por estar. Por ser. Pues nada, una excursión grata, tú con El Jabato y yo con mi Capitán. Lo pasaremos bien. Un abrazo grande.
EliminarMe ha puesto Anónimo, pero soy Joana
ResponderEliminar