jueves, 29 de febrero de 2024

Escribir


Me he levantado antes de que el mirlo comience su canto, antes de que el velo oscuro de la noche se retire con su discreción y su silencio, antes de que despiertes y ensayes el amago de una caricia.

     Me he levantado desnuda y me he retirado el pelo de la frente, asegurando su obediencia con el bolígrafo verde con el que anoche escribí el último pensamiento del día moribundo.

     Desnuda, salgo a la amanecida, el tímido viento se cuela entre mis pechos y se hace ovillo entre los muslos, deshace el bucle del flequillo. Respiro la zozobra y la nostalgia. Noto cómo se apacigua el desorden de mis venas.

     Ya comienza el canto del mirlo. Está contento porque ha sobrevivido a la noche.

     Vuelvo a la cama con los pies heridos de esperanza y la espalda mojada de llanto contenido.

     Vuelvo. Aún duermes.

     Y, continúa la alegría del mirlo.

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