jueves, 2 de julio de 2020

Sonrisa de encargo





Cuando la cuerda áspera del desasosiego aprieta demasiado, cuando escapa el aire por las ventanas cerradas, cuando el ruido se hace mortaja, huyo. 
   Antes, una vez al mes, luego, cada vez más a menudo. Me refugio en mi jardín secreto. Allí paso el día. 
   En silencio. En mi necesario silencio.
   La última vez, un amigo que me descubrió, me hizo esta foto. Me pidió sonreír. Lo hice. 
  Mi jardín ya no es secreto. Estoy pensando en otro. Sé que es más silencioso, pero se encuentra tan lejos...
   Ahora, solo sonrío cuando me lo piden.

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