viernes, 16 de febrero de 2018

Sospecha





Lo primero que miro cuando llego son sus ojos.
Diga  lo que diga don Ramón, creo que se alegra cuando me ve.
—Lucía, soy Lucía, tu mujer—, se lo recalco varias veces.
Y él sigue andando, siempre un paso por delante, con la cabeza gacha y formando extrañas figuras con las manos, haciéndolas bailar.
—Los chicos te mandan un beso—le informo—, vendrán a verte el fin de semana.
Y Antonio se enzarza ahora en buscar algo entre los botones de la chaqueta.

Después de un breve paseo por los jardines de la residencia, volvemos al comedor.
Es la hora de la cena.
Le acomodo en su sitio, le sujeto el babero y es, al despedirme, cuando fija en mis ojos su ausencia de alzheimer.
—Hueles a otro, puta— babea, mientras clava con furia el tenedor en el hule floreado de la mesa.

(Del libro de relatos Galería de trampantojos)

*Cuadro de William Utermohlem, pintando su propio alzheimer.


2 comentarios:

  1. La mirada huida,frío en la mente,sonrisa infantil, deambulando por un espacio desconocido.
    Dureza pura. Hoy no podemos decir:Pura vida. Besos.

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  2. Pura dureza, así es. Esas miradas vacías, son imposibles de mantener. Un abrazo.

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