miércoles, 29 de junio de 2016

Problema resuelto.

-Siéntate un rato, aquí, a mi lado. Descansa.-, me aconseja el hombre jubilado que tengo en casa.
-Y yo dejo, por no discutir, los libros que tengo en las manos, ejemplares de García Pavón, que estaba recolocando en la biblioteca y me siento.
Y miro la televisión unos segundos. Respiro. Intento sosegarme y relajar el cuerpo.
Abrazo un cojín para ayudarme.
Ha pasado, creo, un minuto.
La mirada se desvía hacia la librería, combada y resignada ante el peso de las palabras. Observo que un libro, es de Marcos_Ana, sobresale de la hilera.
No quiero mirar. Respiro.
Pero no puedo.
Me levanto de un salto y con dos dedos, amorosamente, meto en fila al rebelde.
Vuelvo al sofá. 
Vuelvo a abrazar el cojín.
Me aburro.
De repente, me viene a la memoria un verso que me faltaba del poema que dejé inacabado esta mañana. ¡Es perfecto!
Si sigo sentada, lo voy a olvidar, pienso con espanto.
Me levanto y, de una zancada, sin mirar al hombre sedente, salgo a la terraza, donde tengo ubicado mi estudio. Anoto mi precioso verso, mi tesoro.
Sonrío, ganas me dan de aplaudir. De aplaudirme.
Miro a mi querido jubilado, no me mira, me parece que está a punto de dormirse y dudo ya si seguir dándole gusto o hacer lo que quiero.
Dudo. Vuelvo a mirarle.
No se mueve. No me echa en falta. Tiene los ojos entrecerrados.
O está en éxtasis, o dormido, o acaba de fallecer.
Me siento, sin hacer ruido, y retomo el poema.
Me ha quedado, creo, cuasi perfecto. 
Lo ubico en su sitio en el poemario que estoy preparando.
Me engancho con otro verso. Me acuerdo que tengo bastantes mensajes pendientes de respuesta, que tengo que preparar el dictado para mis clases de todo en mi sede manchega, repasar un guión que me han encargado, terminar un par de libros, de la Gavalda y de la Nothomb, ahora estoy en la etapa todo mujeres...
Son las 2. 
Y hay que comer.
No me dejan vivir.
Miro hacia el salón, sigue inconsciente.
Y yo continúo.
Ahora, en este momento, son las 6 pasadas de tarde, sigue dormido. O no. 
Pero he acabado casi todo el trabajo y tengo un soneto con bastante buena pinta. Y no tengo hambre.
Y  sigue dormido.
O no.
Y anochece ya.




Sueño intenso, de Paul Klee.

2 comentarios:

  1. Hola:Hoy has mencionado a Marcos Ana, haciéndonos evocar el blog pasado. No olvidemos poner nuestro tiempo en hora. Creo que los trenes de los recuerdos, van al contrario de la realidad. El próximo "cuscus" lo tendré en cuenta. ¿Cuando nos vemos? Besos.

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    1. Pues habrá que quedar pronto, antes que emigréis a buscar nuevos horizontes. Si, Marcos Ana está presente en bastantes escritos. Muy observadora. Un abrazote.

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