domingo, 5 de octubre de 2014

Nostalgias.






Imagen tomada de la red.



Todas las noches, cuando la casa queda en silencio, se levanta y enciende la lamparita malva de la mesa de su estudio.
Saca el cuaderno que espera al fondo de un cajón, en el que simula guardar trozos de objetos inservibles, y lo abre por la página impoluta.
Con una pequeña pluma cargada, siempre, de tinta verde, comienza.
Querido Joaquín:
Otra noche que no puedo dormir pensando en ti, en nosotros. Tu boca no deja de rastrear mi espalda y siento, cuando cierro los ojos, los tuyos sonriéndome desde la atalaya de aquel verano remoto.
Ya no puedo continuar así.  No quiero vivir en este limbo sin aire y sin color. Quiero arrancarme esta piel de infelicidad que me ahoga para que tus dedos vuelvan a cubrirme de sueños.
Quiero hacer el amor en las esquinas y dejarme el corazón palpitante y roto entre los charcos de veredas efímeras.
Quiero que me recibas detrás de puertas entornadas y confundas los lunes con susurros de días festivos.
Tengo hambre de antiguas risas asfixiadas entre almohadas y sábanas revueltas.
Ganas de no saber por qué calle paseamos. Tener dudas.
Joaquín…
Detiene un instante la pluma. Ha escuchado un rumor al fondo del pasillo.
Vuelve a la cama.
Se abraza al hombre que duerme roncando suavemente.
Buenas noches Joaquín.
Y apaga la luz como si apagara una vela.
Con un deseo.




2 comentarios:

  1. Tinta verde. Esperanza. Otros tiempos. Otra vida. Una cama.

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  2. La pena de la oxidación de los sueños. La herrumbre que esconde y mata el amor. Abrazos esperanzadores. Y alas.

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