martes, 8 de julio de 2014

Últimas voluntades.




Imagen tomada de la red.

Cuando le refrendaron  varias veces su ímpetu en beberse las tardes declinantes, su vicio por dibujar con palabras altas y orondas los deleites de los encuentros con las personas amadas, cuando le señalaron el camino de la contención y la monotonía de los tonos grises.
Cuando las miradas la invitaron a detenerse en las primeras esquinas, a no continuar abrazando con avaricia el momento, a ser otra, tan distinta,  optó por el suicidio.
Desde entonces, cada amanecer, al levantarse, aplasta con fuerza los labios contra el espejo del baño, los ojos cerrados, repitiendo varias veces, como en una rendida letanía, el cambio.
Nada fue ya igual. Al principio notó extrañeza en los prudentes, pero se acostumbraron pronto.
Nadie la echó de menos. A la muerta. 

2 comentarios:

  1. La muerte. Siempre la muerte. ¡Mátala! Omnipresente. Empática. Sagaz. Siempre del lado de la escritora. Nadie la echará de menos. A la muerte.

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  2. "Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate en un espejo". Voy a probar el otro lado...

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