sábado, 17 de mayo de 2025

Revisión.

Hay días feriados, como el del otro día, como otros muchos que he tenido la suerte de disfrutar. Son los más abundantes. Y hay otros que te bloquean el paso, te dan la espalda y te niegan el saludo.
Ayer fue uno de ellos.
Me tocaba revisión. Mamografía y miedo.
Terror-pánico, cuando estás en la sala de espera, deseando escuchar a la enfermera salir, pronunciar tu nombre y decirte que está todo bien, que te puedes ir. O, no.
Ayer me tocó entrar de nuevo en la consulta, ecografía, punción, doble punción, otra mamografía.
La doctora, profesional, tranquilizadora, ofrecida, que no es nada, solo es para quedarnos tranquilos, qué has publicado últimamente, te gusta Murakami...
Pero me dejó una grapa en mi pecho herido para un futuro, pero me preguntó si tenía alergias, pero, cuando ya me estaba vistiendo, una enfermera, que había estado en todo momento a mi lado, magnífica en su atención, me sugirió que ya tendría material para escribir la segunda parte de la novela que escribí en su día sobre mi cáncer. Sé que lo dijo con la mejor intención del mundo, que no lo pensó, pero yo salí del hospital pensando algo tan vulgar como eso de "blanco y en botella".
Es mayo, y ahora sí tengo claro que el título que le puse a la novela fue tremendamente acertado.
Voy a ponerme las zapatillas de huir, colocarle la traílla a mi perro autista y a recorrer el sendero de los álamos.
Sólo para ver el baile despreocupado de sus hojas al viento. Sólo para volver a confiar en mayo. Sólo para emborracharme de belleza.
Pero me llevo el miedo tatuado en la espalda




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