domingo, 18 de noviembre de 2018

X Encuentro Oretania de Poetas. En Piedrabuena.


Prólogo que he pergeñado para el libro Palabra de poeta, correspondiente al X Encuentro Oretania, que se presentó en la tarde del 17 de noviembre y que se convirtió en una noche feriada, acogedora y cálida.

Con D. Luis Díaz-Cacho, coordinador de los encuentros Oretania de Poesía y D. José Luis Cabezas, alcalde de Piedrabuena.


“A veces, escribir mariposa es abrir un candado”


¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
 en mi pupila tu pupila azul.


“Cuando un poeta canta estamos en sus manos, él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas, sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos”. Esto lo dijo el poeta alemán Novalis y me sirve para comenzar este prólogo o introducción al X Encuentro Oretania de Poetas, poemario que tiene usted, querido lector, en sus manos y que, después de regalarnos en anteriores ediciones con palabras de agua, de amor, de vino, palabras heridas, desnudas, de Quijote, palabras de Dios, ahora ahondan en el sentimiento literario para hablarnos de la Poesía, de las Musas, del chispazo que deslumbra al poeta, para descubrirnos, por fin, el lado oculto de la luna, para sanarnos, con sus versos, de esa enfermedad incurable que es la Poesía.
   33 poetas, como esa cifra que nos pide el médico que recitemos cuando quiere escudriñar en nuestra garganta y encontrar toda la poesía que alberga nuestro pecho herido: “La poesía es entregar al Universo el propio corazón sin desgarrarse”, nos dijo el poeta peruano Luis Hernández.
   He presentado a varios escritores en el libro-fórum que la Universidad Popular de Leganés, ciudad donde resido, realiza todos los años, pero un prólogo-presentación de un libro de poesía, de un grupo de poetas de tal categoría y prestigio, nunca. Sí dirijo, desde hace varios años, en la sede manchega donde imparto clases de todo, como monitora voluntaria de dicha Universidad, un encuentro mensual de poesía, nuestros viernes mágicos y, en uno de ellos, compartido con dicha Universidad Popular, tuvimos el honor de contar con la presencia de Luis Díaz-Cacho y Luis Romero de Ávila, como poetas invitados. Sublime.
   Días después asistí a un magnífico recital en el Sacro Convento y Castillo_de_Calatrava_la_Nueva y allí fue donde Luis Díaz-Cacho me ofreció componer este prólogo. Yo di un paso atrás y afirmé con la cabeza. Una contradicción, un oxímoron, pero es lo que hay.
   Y heme aquí, con este prólogo entre las manos y un caos enredado entre el teclado del ordenador. Un vago temblor en los ojos y una sonrisa.
   Pero no creo necesario que, a estas alturas, venga yo a explicar a ustedes, que ya están disfrutando, lo que es la poesía, lo más hermoso del mundo, el bálsamo a tantos males de las galerías del alma, “ese sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano”, dixit Carmen Conde.
   Lo van a hacer los propios habitantes de este poemario, un ramillete de amigos enamorados de las palabras y a los que les sobran sentimientos. Creo que es lo mejor.
   Ellos y ellas nos hablarán como la lluvia, tal como le pedían a memsahib Karen, en Memorias de África, los niños del poblado.

Fijaos que lujo:



  
Alfredo Jesús Sánchez, nos muestra en su poesía ese chispazo del que os hablaba “ante el temblor involuntario/ del puro escalofrío en la piel/ busca la inquietud/ el debido misterio/ que vive en la belleza/ Preferir la mirada siempre”.
Ángel Díaz Peña, eleva un lamento frente a la sinrazón de la ausencia: “¿Qué consuelo nos queda/ en esta orfandad permanente?”
Antonia Piqueras se “perfuma los sueños de futuro con esencia de poesía” y para Diana Rodrigo, “las palabras son el instrumento generoso que deshoja la vida y sus misterios”.
Elisabeth Porrero escribe que el poema nos aguarda como “un amante que espera/ sabiendo que pronto/ recibirá el beso soñado”. Para Eugenio Arce, “la vida es una dulce melodía/ y el poeta ha de estar siempre en la brecha/ en busca de la llave que nos abra/ las puertas de una nueva creación”.
Isabel Villarta, declara sobre la poesía, “juro que si la busco se escabulle/ que, a veces, en reposo me sorprende” y para Jerónimo Calero “hay palabras que saben nadar hasta la orilla/ y asirse a una retama para tomar aliento”. Jesús Lara Serrano nos anima “canta, poeta, canta/ para abrir caminos nuevos”.
Para Juan José Guardia Polaino, “los poemas son náufragos que arañan las nubes/ y luego se ocultan bajo las cuencas de los ojos/ Los poetas, ebrios dioses”. Y el desvelo y desazón de Juana Pinés, “y el verso, siempre el verso, hirviéndome en las sienes/ y este corazón mío, callado y genuflexo”.
El poeta Luis Díaz-Cacho quiere cambiar el mundo con la poesía, “que la vida sin alma acaso es nada/ que vivir en el verso es lo que quiero”.
Para Luis García Pérez “el alma del poeta es una tolva/ que rumia soledad por donde vaya”. El canto de Luis Romero de Ávila, su verso, la palabra “que intenta hacerse vida/ para cantar al mundo/ los sueños más hermosos”.
Manuel Laespada nos invita a compartir el silencio, porque “a veces el silencio está lleno de poesía”. Manuel Mejía, clama al cielo ante las premuras del vate: “¡Te tienes que morir para que te oigan!” y Manuel Muñoz llora impotente ante la injusticia y pide inmolarse, “ser mecido por el viento ante tanta barbarie”.
Mª del Carmen Matute dice “a los poetas nos une la palabra/ tejida sueño a sueño” y Mª Antonia García de León, antes de acostar la poesía, congela la alegría atrapada para “hacer cubitos de hielo/ para los días tristes”. (Guardo una tarde sol, por si hace falta, dixit Manolo García).
Leyendo a Mª José García Bolós, evoqué a_Hopper y a_Chagall, “y desde aquel día su mirada profunda/ que envuelve mi piel/ como la poesía./ Es la única cosa humana y hermosa que aún recuerdo”.
Mª José López Lara razona “cuando a la vida se le borra la palabra futuro/ es entonces cuando se buscan los poetas”. Martín Gómez-Ullate, se lamenta en su elegía: “¡Ah, si hubiera sabido que era la última cena!/ Yo te hubiera escanciado el mejor de mis vinos”.
Miguel Galanes explica el oficio de poeta: “Quien vive en un poema/ abre una estancia que no es estancia/ que ni puertas tiene, ni cortina hay”. Natividad Cepeda, agradece y rescata a los poetas inmortales, “a todos los escucho dentro de mi silencio/ dentro de esta quietud que me da la poesía”.
Nieves Fernández, anima al poeta a luchar “contra todo el océano de la voz y la palabra/ así verás los brazos emerger a la luz, salvados de las aguas”.
Pilar Serrano de Menchén, nos trae poemas que se estrenan con el alba “porque nombras las cosas con luces nunca usadas”.
Presentación Pérez nos revela que es la poesía su sustento, “y me regalas la tierra y el olor a pan/ y rellenas los huecos de tantas despedidas”. Ramón Aguirre, nos invita a un brindis por los poetas, para que nunca desaparezcan, “la luna y las estrellas se teñirán de sangre” Y dice que paga él.
Ramona Romero de Ávila, necesita recordar que es “tejedora de versos, pintora de estrellas”, para alcanzar la respuesta y Santiago Romero de Ávila, asegura que no nos quitarán las rosas del alba, “mientras haya poetas que lleven/ la verdad y el amor en los labios”.
A Teresa Sánchez Laguna, la palabra herida le llega “sigilosa a mis alféizares/ derramando resplandores en la noche/ con impaciente bravura/ esparciendo tu néctar de ambrosía/ en el silente despertar de mis locuras”, de la misma manera que a Tomás Mejía Ruiz-Flores, las palabras le visitan, sin hacer ruido, “vestidas para el baile, mientras él las espera, tendido, sobre el rojo del sofá”.

    Vístase usted de etiqueta, sí, usted, y entre sin miedo en este baile de versos y poetas. En esta vorágine de ansias y sosiegos. Con este sol y este brillo.
   Embriáguese.

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.



El violín y la guitarra de Laura Gutiérrez y Laura Herrera, pusieron la nota musical y dulce al acto poético. 



Con  Diana Rodrigo y Elisabeth Porrero.

Con Natividad Cepeda.



Obsequio personalizado para todos los participantes.
 Elegantes el encuentro, los participantes y el detalle.

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