sábado, 18 de febrero de 2017

Namasté






     Y te vas a la cama con escozor, con la piel levantada por alguna palabra que ha escarbado con saña y te ha producido un dolor sibilino y cruel en toda la superficie de tu cuerpo inseguro.

     Y a ti, que aún no has crecido lo suficiente para tales durezas, se te queda el suspiro retenido y el corazón más escondido aún en tu pecho palpitante y asombrado. Roto.

   Y piensas, ¿qué necesidad hay de tanto dardo? ¿Para qué ese desfogue gratuito y banal, que a nada conduce, sino a la angustia, el desconcierto, a la proliferación de pequeños nidos de rencor y de desconfianza? 

     A la timidez, al desarraigo.

    Y te vas a la cama con un escozor lento pero ya imparable, con un deseo de infancia y olor de inocencia, con un ansia de lealtad blanca y unas ganas de tachar con decisión y tinta negra esa sinceridad vacua e insolente de la que tanto se jactan los confundidos. 

     Los débiles.
















*Imágenes tomadas de la red.

2 comentarios:

  1. Hola. Las palabras son de varias índoles.Las que hieren a muerte y las que quieren a morir. Para las primeras hay que ser una diana amplia para que los dardos es esfumen por los lados y así dañar lo menos posible, sin desarmarnos. Y para las segundas, abrir de par en par todos los sentidos con suspiros danzarines. El tiempo es corto. Hay que irse a la cama con la tranquilidad de que al amanecer todo será diferente. Namasté. Un abrazo con mil amores.

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